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ENTREVISTA

El pamplonés Alejandro Pardo, del cine al sacerdocio: "Es fácil responder afirmativamente cuando notas que el Señor te llama"

Profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra durante 20 años, este viernes celebrará su primera Misa Solemne en Pamplona. 

entrevista alex pardo
Alejandro Pardo, profesor durante 20 años en la Facultad de Comunicación de Navarra y que ha regresado para celebrar su primera Misa solemne. MIGUEL OSÉS

En el perfil profesional de Alejandro Pardo Fernández, pamplonés de 52 años, figura una frase que puede chocar a cualquiera que acceda para conocer algo más de este profesor de Producción de Cine y Televisión en la Universidad de Navarra durante 20 años. Dice así: "En 2014 abandoné mi carrera académica y me marché a Roma para estudiar Teología y ordenarme sacerdote". 

Y así ocurrió. Tres años después, Alejandro Pardo regresa al centro académico no para hablar de las películas de El Señor de los Anillos (es coautor de un libro sobre el tema) o del oficio de producir películas, sino para celebrar su primera Misa solemne, que tendrá lugar este viernes 22 de septiembre a las 19 horas en el auditorio del edificio Amigos de la Universidad de Navarra. 

Se ordenó sacerdote el 28 de abril en Roma y mientras termina su doctorado en Teología Moral atiende ahora la capellanía del Colegio Grazalema en Jerez de la Frontera. Se formó en la propia Universidad de Navarra y pronto se decantó por la vida académica. "Nos propusieron prepararnos para las nuevas materias que iban a impartirse. Nos especializamos en Estados Unidos, hicimos la tesis y pronto nos incorporamos como profesores", resalta sobre aquellos años de los primeros 90 ante la irrupción de la especialidad en Comunicación Audiovisual, dentro de la Facultad de Comunicación. 

¿Tras 20 años en el mundo académico, por qué toma la decisión de ordenarse sacerdote?
Siempre da algo de apuro hablar de un tema tan personal, pero confluyen varios asuntos. Fue una ruptura en mi vida, es algo evidente, pero al mismo tiempo tuvo algo de continuidad, de proyecto de vida. Estaba dedicado al mundo académico, algo que me encanta, como el cine y la televisión. Era una vocación de servicio, como en otras profesiones, me apasionaba contribuir en la formación profesional y humana de los alumnos, ver su crecimiento como personas. Y, de repente, surge la oportunidad de hacer algo distinto pero en la misma línea, que es servir a los demás. El hilo conductor, al final es el mismo. 

En su caso, ¿hablamos de una vocación tardía?
Yo ya estaba viviendo una vida de entrega a Dios como numerario del Opus Dei. Por lo tanto, no se trata de un caso de vocación tardía. En mi caso el sacerdocio es una llamada dentro de la llamada. Uno nota por dentro algo, un modo que tiene Dios de poner una inquietud, algo que se madura y manifiesta con el tiempo y que cada uno responde ante su conciencia y ante Dios. La llamada se puede asumir, o no. 

¿Cuál fue el motivo principal para atender esa llamada?
En mi caso me di cuenta de que hacían falta brazos en el sacerdocio, fue un poco el germen de cómo evolucionó todo. Dios habla de muchas maneras, pero en este caso fue a través de la necesidad de entender que hacían falta más sacerdotes. ¿Por qué yo? ¿Por qué ahora? Me acuerdo de la parábola del Evangelio y del hombre que sale a contratar jornaleros y lo hace en distintas horas del día. (Mateo, 20). Dios sabe más. 

Se trata de una decisión no habitual ¿Cómo ha reaccionado su entorno?
Hay gente que te dice que soy valiente, que tengo mérito. Pero hay que contar que Dios ayuda mucho. No le veo mucho mérito, porque Dios te lo pide y te da la Gracia. A diferencia de cualquier otra preparación, aquí te das cuenta de que se tocan cosas sagradas, impone respeto y da cierto vértigo. Todavía estoy en ese proceso, porque actúo en nombre de Dios. 

¿Cómo han sido sus años de formación en Roma?
En Roma se encuentra el centro de formación internacional para las personas de la Obra que se plantean el sacerdocio. Allí se completan los estudios de Teología. A mí sólo me faltaba la especialización y el doctorado, porque estudié antes en la Facultad de Teología de Pamplona. Ahora estoy con la tesis y espero defenderla a final de este curso. Y al margen de lo académico, está la parte de discernimiento, maduración y confirmación de la llamada. Son momentos de oración y reflexión. Es fácil responder afirmativamente cuando notas que el Señor te llama. En mi promoción en Roma fuimos una treintena, con personas de los cinco continentes. Convivimos juntos y somos un grupo muy unido ahora. Personas de Kenia, Australia, Filipinas, Colombia, Estados Unidos... es algo que enriquece mucho. 

¿Cómo fue la jornada del 28 de abril en Roma, el día de su ordenación como sacerdote?
Supongo que es algo parecido a lo que puede sentir una persona el día de su boda, porque existe mucho jaleo por el tema logístico y organizativo y hay que hacer un esfuerzo por centrarse en lo que se está viviendo. La ceremonia de ordenación es de las más solemnes que hay en la Iglesia, es muy bonita, muy rica en sus ritos. Fue difícil no estar en una nube, como cuando se canta la letanía de los santos. Es un momento en el que te sustentan todos los santos de la Iglesia, aporta mucha paz, porque sabes que no vas a estar solo. También es emocionante la imposición de las manos, el momento en el que desciende la Gracia del Espíritu Santo y se pasa a ser una persona consagrada. 

¿Qué le decían sus amigos y conocidos al llegar aquel día tan especial?
He tenido contacto con muchas personas, con reacciones que te abruman. Sobre todo con personas que sabes que no son creyentes y me decían unas cosas preciosas porque se daban cuenta de lo que suponía. Hubo mucha gente en la ordenación y lo bonito es que había representación desde los compañeros del colegio, de la carrera, amigos, antiguos alumnos, colegas internacionales, gente de la Facultad, familia. Era como ver mi biografía representada en ese momento. 

Vuelve a Pamplona, lo hace como sacerdote y celebrará su Misa Solemne este viernes. ¿Qué siente?
Va a ser un momento especial y emotivo. Primero por celebrar la Santa Misa, es el momento más gozoso de cada día. Y hacerlo en el lugar donde he trabajado tantos años va a tener un significado muy especial. Además, me parece especialmente bonito y atractivo la realidad teológica  de celebrar el santo sacrificio en un lugar donde durante años intenté vivir el sacerdocio común de los fieles, como el de todos los cristianos. 

¿Por quién va a pedir en ese día?
Voy a pedir por todos. La Santa Misa tiene un valor infinito, pediré por la gente presente y por las personas a las que representan. Comunidad universitaria, familia, amigos de distintos ámbitos y otros muchos que me han escrito y que se van a unir en espíritu. Lo que me gustaría es que la Gracia de Dios se distribuya y llegue a todos. Hace unos días una señora me decía que pidiera por una intención y ella misma dudaba de que yo me acordara de todas las peticiones que podría tener.

¿Y qué le respondió usted?
Yo le dije que Dios es infinito, que no tiene memoria limitada y que la Gracia es generosa y llega a todos. Dios es el más justo a la hora de distribuir y es el que mejor lo va a hacer. Animo a la gente que rece por los sacerdotes y que pida oraciones a los sacerdotes, que para eso están. 

Con tantos años de experiencia ¿volverá a dar clases de cine y televisión en algún momento?
Ahora mismo no, pero en el futuro no lo sé. Me gustaría mantener el vínculo con el mundo del cine y de la vida académica. Ahora mismo lo normal es tener una experiencia pastoral intensa y variada en estos primeros años de sacerdocio. Las puertas luego están abiertas, se podrían compatibilizar ambas cosas. En Roma también hay una Facultad de Comunicación. Yo me abandono en manos de la providencia y el Señor ya me conoce, ya sabe cómo estoy formado y cuáles son mis cualidades. Seguro que estaré en el lugar en el que haga falta. 

¿En qué consiste ahora su labor pastoral?
Estoy como uno de los capellanes en el colegio Grazalema en el Puerto de Santa María, donde acuden familias de Jerez y de Cádiz. También atiendo un club juvenil  de chicas con edades de los 11 a la edad universitaria. Contribuyo a su formación en un aspecto tan importante como es lo espiritual y  en momentos en los que se ponen los cimientos. 

¿Qué palabras o enseñanzas ha tomado del papa Francisco en Roma?
Es impresionante cómo han ayudado los tres últimos papas, es el espíritu Santo hablando, en cada momento con su matiz. Juan Pablo II fue el Papa de la esperanza, Benedicto fue el Papa de la Fe y el papa Francisco es el de la caridad y la misericordia. Y aunque todo vaya unido, son los rasgos que destacan. El Papa Francisco habla mucho de misericordia. Nos pide que hagamos visible esa misericordia de Dios padre. Es la dimensión y faceta sobre la que se insiste. 

¿En qué se debe convertir esa misericordia en el día a día?
Se traduce en la generosidad con los que sufren, con los pobres, con los desheredados. No hay que tener miedo a tocar la carne que sufre. El Papa Francisco nos ha enseñado a mirar a los ojos de las personas que necesitan, a preocuparse por su situación e interesarse por ellos.


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