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FERIA DEL TORO

Manuel Escribano: "Firmaría para que hubiera muchas Pamplonas en España"

El torero sevillano lidiará en San Fermín a los Miura el 14 de julio con Rafaelillo y Eduardo Dávila Miura.

Tenía apenas dos años cuando se puso delante de un toro. Manuel Escribano (1984), delgado, rubio y con unos ojos muy azules, es un torero del municipio sevillano de Gerena que ha toreado en los Sanfermines en tres ocasiones y en 2016 vuelve con los grandes y la ganaderías más mítica de Pamplona: los Miura. Para él, el toro perfecto es “el que transmite, da emoción al público, es bravo y cuenta con la nobleza suficiente para que puedas hacer lo que tú sueñas y quieres”.

ALTERNATIVA EN ARANJUEZ Y PRIMERA VEZ EN PAMPLONA

El de Gerena tomó la alternativa taurina el 19 de junio de 2004 en la localidad madrileña de Aranjuez; Canales Rivera actuó como padrino y El Fandi, como testigo. Para la ocasión el matador eligió un traje de luces de color rosa palo y logró cortar dos orejas de su segundo toro. Recuerda este día con mucho cariño. En un primer momento Escribano pensaba tomar la alternativa en Sevilla, pero al final surgió la posibilidad de tomarla en Aranjuez. “La decisión de tomar la alternativa depende mucho de las circunstancias y las cualidades que tenga cada uno”, declara. Además, cuenta que hay que aprovechar cuando se tiene una buena temporada como novillero. “Hay que decidirse y tomarla —comenta el sevillano—. Fue un día muy bonito que nunca se me olvidará, porque para mí significó consagrarme en lo que siempre había soñado desde pequeño. Con la alternativa lo ves todo realizado”. Aquel día fue a la plaza de toros de Aranjuez mucha gente de su pueblo y casi toda su familia, con la que celebró haber cortado las dos orejas de su segundo toro. “Fue un sueño”, recuerda.

Diez años después, en 2014, confirmó la alternativa en Las Ventas de Madrid. En aquella ocasión el padrino fue Juan José Padilla y el testigo, Joselito Adame. Sin embargo, en 2013 se estrenó en la plaza de toros de Pamplona durante San Fermín cortando una oreja. “Firmaría para que hubiese muchas Pamplonas en España”, afirma Escribano. “Me gustó mucho el ambiente; además, la fiesta se hace alrededor del toro y creo que eso es fundamental. Ese ambiente de alegría que se respira en Pamplona durante esos días no se podría tener en ningún otro sitio”, recalca. Aquel año, Escribano aprovechó su estancia en los Sanfermines y corrió el encierrillo e hizo algo que él considera una locura: correr el encierro el día que iba a torear en la plaza. “Si te pasa algo, ya has estropeado la tarde”, asegura. Una vez que terminó la corrida, el de Gerena aprovechó para salir por la noche con su cuadrilla. “Me lo pasé genial, no sabía si volvería el año siguiente así que lo aproveché mucho”, cuenta entusiasmado.

LIDIANDO TOROS DESDE PEQUEÑO

Manuel Escribano ha vivido desde pequeño la pasión por el toro, ya que su familia ha estado siempre muy ligada al animal. Su padre era veterinario y apoderado de toreros y entre la familia de su madre hay picadores de toros. Todo esto explica que el joven rubio ingresara en la Escuela Taurina de Sevilla cuando tenía 14 años. Su etapa en la escuela la recuerda con nostalgia: “Cuando entras tienes claro que quieres ser torero, pero en realidad no tienes en la cabeza todo lo que conlleva y lo que se mueve a su alrededor”. Considera que ingresar en la escuela de la capital andaluza le ayudó mucho porque es un centro con gran importancia, ya que le permitió conocer a mucha gente del mundo taurino.

Con apenas dos años, Manuel se enfrentó por primera vez a un toro que estaba anestesiado. Aquel niño rubio sujetaba entre sus manos un pequeño capote que llevaba cuando acompañaba a su padre al campo mientras este operaba a los toros. Escribano recuerda seguir los Sanfermines por la televisión desde temprana edad. Pero no fue hasta 2013 cuando pudo disfrutar de la fiesta.

TARDES PARA RECORDAR Y OTRAS PARA OLVIDAR

Una de las corridas que recuerda con mayor emoción tuvo lugar en la Feria de Abril, en cuyo cartel no aparecía. Sustituyó a El Juli, que estaba recuperándose de una cogida. “Fue una faena mágica”, declara con una voz llena de alegría. Cuenta que le tocó un toro bueno de Miura y pudo consolidar una de las faenas de su vida. Considera, además, que este toro le abrió las puertas del resto de las ferias.

Antes de enfrentarse al toro, el matador debe entrenarse para estar en plena forma. Escribano cuenta con la ayuda de un preparador físico con el que practica ejercicios que están dirigidos a los movimientos que se hacen en la plaza. Además de esto, el torero perfecciona su estilo trabajando el toreo de salón. Con este entrenamiento se mejora la técnica y se ejercitan los movimientos que tiene que hacer con la muleta, el cuerpo y la entrada a matar. El de Gerena aprovecha los días que está en su casa del pueblo para entrenar el toreo de salón. Cuando no practica en su finca, tiene la oportunidad de tentar vacas en otras de toda la geografía española.

A pesar de que los toreros ejerciten y entrenen su técnica, hay ocasiones en las que los toros embisten más de la cuenta y llevan a la enfermería a los maestros. Escribano cuenta con ocho cornadas por todo su cuerpo. Sin embargo, la que recuerda con mayor dolor es la que se produjo durante una corrida en septiembre de 2013 en el concurso de Sotillo de la Adrada, en la que el toro le corneó la zona del abdomen. “El cuerno del toro me rompió la vena ilíaca [que se encuentra en la zona de la pelvis] y estuvo a punto de matarme. Fue una temporada mala de mi carrera”, afirma. Escribano tuvo ocho meses de recuperación muy duros en los que debía reponerse física y mentalmente.

EL AMBIENTE DE LAS GRADAS DE PAMPLONA

Manuel Escribano se considera una persona muy normal; dice ser muy abierto con todas las personas a las que conoce. Tampoco confiesa tener alguna manía antes de una corrida. “Hay toreros que se encierran en sus habitaciones del hotel, pero yo no. Suelo ir a los sorteos y si viene gente al hotel a verme les atiendo sin ningún problema”. Come con su cuadrilla y toma una siesta antes de vestirse de torero. Una vez que se despierta, suele tardar una hora entre que se ducha, calienta y se pone el traje de luces. Le ayuda su mozo de espadas, David de Gerena, un amigo suyo con el que lleva trabajando toda la vida y con quien creció.

Para Manuel Escribano, todos los paseíllos son importantes; los vive concentrado y con los nervios del momento. Por este motivo, el ruido característico de la plaza de toros de Pamplona no le molesta. “Me evado totalmente; además, estamos entrenados para mantener la concentración”. “Tienes un toro delante —explica— y si te distraes es porque no estás bien mentalizado”. Es lógico considerar que la parte de sol de la plaza de toros de Pamplona no parece interesada en lo que sucede allí dentro. Sin embargo, cuando les interesa “sí que te echan cuentas. Eso no quita que puedan seguir con la fiesta alegres y contentos”. Según Escribano, este tipo de afición se parece más a la latinoamericana. Declara que la afición del otro lado del charco, junto con la de Pamplona, es “mucho más ardiente”.

A pesar de esto, comprende que haya toreros a los que no les guste el tipo de afición que tiene Pamplona. “Al torero que no le guste, que no vaya; la afición es lo que marca Pamplona y a mí no me parece que sea una falta de respeto”, afirma el de Gerena. Cada vez que va a San Fermín se lo pasa “fenomenal”, ya que dice que ha hecho muy buenos amigos en tres años. Siempre le atienden muy bien y procura participar en los encierros y en el encierrillo.

Escribano se caracteriza por recibir a sus toros a porta gayola, es decir, de rodillas delante del toril. “Hay que estar atento a cualquier movimiento que haga el toro a su salida y la velocidad que traiga, porque un toro nunca ha visto un torero, ni una plaza de toros, ni un capote y por esto puede reaccionar de diversas formas —cuenta—. El toro sale con toda su fuerza e ímpetu y ese momento es delicado”. Añade que también es importante tener la cabeza despejada para poder actuar pronto.

Escribano toreando en Zaragoza durante la feria de San jorge. JAVIER CEBOLLADA

EL MANIFIESTO DE VALENCIA Y LOS ANTITAURINOS

Un total de 40.000 personas se reunieron el 6 de marzo de 2016 en la puerta de la plaza de toros de Valencia para defender la fiesta de los toros. Estuvieron presentes toreros como Enrique Ponce, El Juli, César Rincón, José Tomás, Morante de la Puebla y Manuel Escribano. Este último fue el encargado de leer parte del manifiesto en el que se pedía libertad. “Para callar bocas y unir el mundo del toro; ya está bien de insultos y de injurias”, declara el de Gerena.

El torero piensa que se rechaza al toro porque en realidad no se conoce.  “Yo no puedo proteger algo que desconozco totalmente”, dice sobre los antitaurinos. Entiende que haya gente a la que no le gusten los toros. “A mí tampoco me gusta el ballet clásico; no me gusta la ópera, pero porque no la conozco. A lo mejor, si alguien que supiera sobre eso me enseñara, me gustaría”. “El problema es la gente que está en contra sin conocerlo ―dice―. Los animaría a que lo vieran y que intentaran aprender algo, que procurasen tener a otros que les mostrasen aspectos que el resto no puede ver y que después, opinaran”.

Admite que la pasión por el toro se puede transmitir a cualquier persona, incluso a extranjeros y a españoles que no sepan distinguir un toro de una vaca. A pesar de esto, el torero afirma que “hay cosas que se respiran en el mundo del toro que no se pueden explicar”. Como la emoción que sintió la mañana en la que se vio en las portadas de los periódicos por haber indultado a un toro en la Feria de Abril de 2016


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