• jueves, 28 de marzo de 2024
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SAN FERMÍN

San Fermín ya tiene quien le vista: así es el regalo de una ferviente bordadora con motivo del Año Santo

Carmen Goldaraz lleva cuatro décadas pasándose por la capilla del santo para demostrarle su fe a base de aguja e hilo.

Carmen Goldaraz con uno de los paños que confeccionado para la capilla de San Fermín con motivo del Año Santo. PABLO LASAOSA
Carmen Goldaraz con uno de los paños que ha confeccionado para la capilla de San Fermín con motivo del Año Santo. PABLO LASAOSA

"Estuvimos trabajando ocho o nueve costureras para hacerle el capotillo", trata de recordar Carmen Goldaraz, "el año sería entre 1975 y 1980 pero no lo recuerdo exactamente, yo era una cría". Ahora, con 65 años y una amplia trayectoria como bordadora en Pamplona, sigue vistiendo, y visitando, asiduamente a San Fermín.

La devoción de Carmen por el santo es tal que ahora acaba de bordarle dos paños de seda con los escudos de Pamplona, Navarra y la propia figura de San Fermín. Como ella misma explica, se trata de un regalo para conmemorar el Año Santo decretado por el Papa Francisco.

"Lo hago por cariño, por fervor, por convicción... lo hago para San Fermín", reconoce esta bordadora que comenzó haciendo juegos de camas y acabó especializándose en hilvanar pañuelos de fiestas y ropa santa, como muchos de los atuendos que pueden verse en la procesión de Corella.

"Y también por Javier Leoz", añade Carmen en referencia al párroco de la iglesia de San Lorenzo y encargado de velar por la capilla de San Fermín. "Me gusta cómo entiende la iglesia, cómo ha atraído a gente joven, lo abierto y comprensible que resulta con la gente", explica sobre la amistad que mantiene con el cura que hace algo más de un año se hizo cargo de esta parroquia pamplonesa.

EL ÚLTIMO CAPOTICO DE SAN FERMÍN

La admiración es mutua porque Leoz le propuso a Carmen encargarse de confeccionar un nuevo capote para arropar al 'santo morenico'. Y fue este ofrecimiento el que le hizo recordar a Carmen aquel año entre finales de los 70 y principios de los 80 en el que varias bordadoras se pasaron horas y horas dando puntadas para vestir a San Fermín.

"Se lo encargaron a una veterana y nos buscó a siete u ocho mujeres más que colaboramos para hacer el capote", rememora Carmen Goldaraz, que prefiere no dar los nombres y apellidos de aquellas compañeras porque "seguro que alguna se me olvida y no quiero dejarme a nadie". Juntas tejieron el que es el último capotillo de San Fermín, el que viste cada 7 de julio para volver a las calles de Pamplona.

Pensar en afrontar tamaño trabajo agota a Carmen: "Cuando Javier me propuso hacer una nueva capa le dije que yo sola era imposible, porque además mis huesos ya no aguantan". Pero su fe por San Fermín le ha movido a retomar sus herramientas, las mismas que nunca ha llegado a dejar, y bordar estos nuevos paños con los que cubrir los atriles de la capilla.

UN TRABAJO INCOMBUSTIBLE POR LA PARROQUIA

Esta semana se han colocado a la vista de todos, mientras Carmen ya ha comprado la tela con la que preparará los nuevos baberos que lucirán los monaguillos en la histórica procesión del 8 de abril con la que la venerada imagen del primer obispo de Amiens adelantará su regreso a las calles para conmemorar su Año Santo. Además, esta feligresa acaba de hacer dos manteles para la parroquia: uno para San Antonio y otro para la Dolorosa.

Y aunque confeccionar una nueva capa le resulta imposible, Carmen Goldaraz tiene en mente, siempre que la salud se lo permita, remendar el capote que cuatro décadas después ha comenzado a deshilarse por algunas zonas. "Porque ya sabes como es ésto", apostilla, "basta que se levante un hilo y acabe soltándose todo".

"Pero no lo hago por figurar", remarca una modesta Carmen, a quien incluso cuesta convencerle de que pose para la fotografía con uno de los paños que ha bordado para el santo. "Simplemente es fe, agradecimiento...", y se emociona al recordar el momento en el que le pidió a San Fermín que le diera salud para afrontar un duro trance y a día de hoy, como hace casi 40 años, puede seguir vistiéndole.


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