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SAN FERMÍN 2022

De padre a hijo en San Fermín: juntos en el encierro 20 años después de correr con los mansos

Mariano Jiménez corrió con su hijo Eder, de 6 años, delante de los mansos de cola y veinte años después corren juntos el encierro de San Fermín. 

Mariano y Eder Jiménez, padre e hijo respectivamente, corrieron juntos un encierro de San Fermín por primera vez hace veinte años. CEDIDA
Mariano y Eder Jiménez, padre e hijo respectivamente, corrieron juntos un encierro de San Fermín por primera vez hace veinte años. CEDIDA

Hace 20 años, Mariano Jiménez Baigorri, sacó a su hijo de 6 años a correr delante de los mansos de cola. Eran otros tiempos, en los que la participación en los encierros de San Fermín no estaba tan regulada como hoy día. Jiménez, natural de Cascante, quería cumplir el sueño del pequeño Eder, que cada día veía a su padre correr delante de los astados desde un balcón ubicado en la cuesta de Santo Domingo. 

Este instante quedó inmortalizado en una fotografía que Jiménez padre guarda con especial cariño. Dos décadas después, cuando ya piensa en retirarse, presume emocionado de que hoy comparte tramo y carreras con ese niño pequeño que, hace no tanto tiempo, le animaba desde el balcón. Eder Jiménez tiene ahora 26 años y ha heredado la afición de su padre.

Jiménez padre publicó este pasado martes en su perfil de Facebook la fotografía mencionada anteriormente junto con otra imagen tomada ese mismo día. Padre e hijo corrieron juntos el encierro protagonizado por los toros de la ganadería Jandilla

Desde el año 2018, Eder Jiménez corre junto a su progenitor en la cuesta de Santo Domingo y promete ser su relevo cuando este diga el adiós definitivo a los encierros, previsiblemente este año. "Tengo 60 años y he tenido ya varios sustos en los últimos años. Por eso, creo que ha llegado el momento", explica este corredor que lleva 34 años corriendo en el mismo tramo: "Tenía 17 cuando empecé", rememora. 

"Desde que Eder era chiquitín venía a verme desde un balcón", echa la vista atrás. Un día, cuando los astados ya se habían alejado de Santo Domingo, enfilando hacia la plaza de toros, Jiménez padre bajó al pequeño a la calle y corrieron juntos, agarrados de la mano, delante de los cabestros de cola. Lejos de asustarse, esta experiencia le despertó el gusanillo de los encierros al niño: "Entre los 6 y los 12 años, todos los Sanfermines corríamos juntos un día delante de los cabestros".

Eder y Mariano Jiménez, hijo y padre respectivamente, corren juntos los encierros de San Fermín en Santo Domingo. CEDIDA
Eder y Mariano Jiménez, hijo y padre respectivamente, corren juntos los encierros de San Fermín en Santo Domingo. CEDIDA

Después, una polémica por la imagen de otro padre corriendo con un niño delante de estos animales erradicó esta práctica. Y entonces Eder tuvo que esperar a alcanzar la mayoría de edad para volver a correr en Santo Domingo, esta vez delante de los toros. "Siempre le han gustado", indica su padre. 

El día que Jiménez hijo se colocó por primera vez junto a la hornacina de San Fermín para iniciar su carrera fue uno de los más emocionantes y aterradores para su padre. "Pensaba: '¿Y ahora qué hago?' Al final, le sigues y esperas que no le pase nada". Así cuenta el progenitor cómo vivió ese momento. 

Desde entonces, el hecho de correr juntos se ha convertido en un cúmulo de sentimientos para Jiménez padre: "Es la mayor emoción que puedes sentir. Estás a ver qué pasa y vas pendiente". De hecho, en la segunda fotografía, tomada en el encierro de este martes con los toros de Jandilla, se puede apreciar cómo el padre está comunicándose con su hijo en plena carrera. 

A Eder Jiménez le conocen en Santo Domingo desde que era "un chiquillo de carrito". Por eso, al padre le tranquiliza saber que el joven corre "muy arropado". "Después de tantos años, conoces a mucha de la gente con la que compartes carrera en ese tramo y han acogido muy bien a Eder", agradece. 

No obstante, el progenitor subraya que el hecho de que la afición haya pasado de padre a hijo no significa que él haya estado detrás para que el joven siga sus pasos. "No he intentado pasarle nada", insiste. Pero ha sucedido así y Eder ha resultado ser un joven apasionado por los toros. Además de correr, también los recorta. "Si le gusta, yo estoy encantado", le apoya su padre. 

Y aunque le hace mucha ilusión pensar en que será su relevo en esos adoquines que tantas veces ha pisado sintiendo el aliento de los toros detrás, cuando se lo piensa un segundo sale a relucir su instinto más paternal: "Si un día me dice 'Papá, no voy a salir a correr más, sentiré un respiro'".


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