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LITERATURA

La última novela del navarro Laporte propone los ‘faction’ como tabla de salvación literaria

El navarro Eduardo Laporte presenta su nueva novela en Madrid, una vuelta de tuerca al género de la no ficción.

Presentación de la novela La Tabla de Eduardo Laporte.
Presentación de la novela La Tabla de Eduardo Laporte.

Cinco años después de su intimista ‘Luz de noviembre, por la tarde’, el escritor navarro Eduardo Laporte ha presentado su nuevo libro, ‘La tabla’, ante un nutrido grupo de lectores, amigos y escritores de su generación reunidos en La Central de Callao, Madrid.

Javier Serena, escritor pamplonés (‘Atila’, Tropo Editores) acompañó al autor en la defensa de la obra, junto al editor de Demipage, David Villanueva, que vuelve a confiar en Laporte para este nuevo proyecto literario.

La historia —real— de Xabier Pérez Larrea es el barro con el que el autor navarro ha compuesto este peculiar libro, híbrido entra la crónica periodística, la novela de no ficción y el diario íntimo. Un naufragio discreto que tuvo lugar en abril de 1990, cuando su protagonista contaba con escasos 17 años es el barro con el que Laporte ha modelado este relato de ‘factions’, como se llama a los hechos en los que se apoya un escritor para dar sentido a unas vivencias. «El periodismo se ocupa de los árboles, la literatura del bosque», dijo Laporte, parafraseando a Rosa Montero, en una nítida declaración de intenciones. En su opinión, el periodismo provee al escritor de un información que, sin el trabajo literario, carece de sentido.

‘La tabla’ es algo más que una historia de supervivencia o el relato de una epopeya más o menos trágica. «Es una metáfora sobre la supervivencia emocional y un canto a la lucha por una existencia plena, verdadera», afirmó Laporte.

En el dique seco

David Villanueva se enorgulleció de contar con Laporte en su catálogo, en el que figuran otros autores navarros como Juan Gracia Armendáriz, y una reciente selección de escritores latinoamericanos de gran proyección, como Richard Parra o Fernanda Trías. «Eduardo es generoso con el lector, crea un clima de intimidad especial, no trata de ofrecer su mejor lado y eso le hace atractivo, además de que ofrece una prosa elegante, cuidada», comentó. Pero, como buen editor, también habló de los manuscritos rechazados y de una cierta «grafomanía» que le llevó a presentar textos no lo suficiente reposados.

Una pequeña travesía en el desierto de la que Laporte se vale para reflexionar sobre unos años de crisis, general, nacional, económica, pero también personal: a la precariedad profesional se le sumaron las dudas sobre su vocación literaria, inquietudes con las que el autor construye este potente relato sobre la atracción del fracaso, la tentación del hundimiento.

Literatura del otro

El editor de Demipage destacó la capacidad del autor de ‘Luz de noviembre’ para proponer claves de empatía. Como recomendaba Kapusckcins en ‘Encuentro con el otro’, destacó su actitud de escucha ante ese interlocutor, Xabier Pérez Larrea, que le brindó un relato, pero al que había que darle textura literaria. Javier Serena puso encima de la mesa nombres como Emmanuel Carrère, uno de los ‘popes’ de la literatura de no ficción actuales, que ha logrado éxitos internacionales valiéndose de la biografía de tipos complejos para sus novelas (‘El adversario’, ‘Limónov’). Lo hizo señalando el «canibalismo» del escritor francés, en contraposición del empleo que Laporte hace de su «personaje».

«Es una gran responsabilidad, porque estás escribiendo sobre alguien que existe más allá del libro y que tiene que sentirse reconocido. No se trata tanto de practicar un rigor periodístico a los hechos, sino de ser fiel a los sentimientos. Si se hace con honestidad, es un libro válido», explicó Laporte. El autor de ‘Atila’ no es ajeno a ese tipo de escritura; su última novela recrea la vida del controvertido escritor Aliocha Coll, que llevó su entrega a la literatura de vanguardia a las últimas consecuencias, suicidio en París incluido. «Escribir sobre los demás es un riesgo. Laporte ha sido valiente y en ‘La tabla’ logra convertir una aventura menor como es un naufragio en Salou en un relato cargado de simbolismo sin llegar a vampirizar su personaje», concluyó Javier Serena.


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