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FERIA DEL PILAR

Dos toros sobresalientes facilitan la salida a hombros de El Juli en Zaragoza

Hubo un toro muy bravo de Daniel Ruiz que fue premiado con la vuelta al ruedo, y otro de gran clase de Alcurrucén.

GRA383. ZARAGOZA. 12/10/2015.- El diestro Julián López "El Juli" sale a hombros del coso zaragozano de La Misericordia tras cortar dos orejas en el segundo festejo de la Feria del Pilar de Zaragoza, en la que ha compartido cartel con el rejoneador Diego Ventura y se han lidiado reses de distintas ganaderías. EFE/Javier Cebollada
GRA383. ZARAGOZA. 12/10/2015.- El diestro Julián López "El Juli" sale a hombros del coso zaragozano de La Misericordia tras cortar dos orejas en el segundo festejo de la Feria del Pilar de Zaragoza, en la que ha compartido cartel con el rejoneador

Tres toros, despuntados para rejones, de Hnos. Sampedro, Carmen Lorenzo y Los Espartales, todos con volumen y cuajo y de escaso celo. Y tres, para lidia a pie, de Garcigrande, terciado y a menos; Daniel Ruiz, fino y encastado, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre; y Alcurrucén, de preciosas hechuras y de gran clase en la muleta.

El rejoneador Diego Ventura: pinchazo y rejonazo contrario trasero (silencio); dos pinchazos y rejonazo contrario (ovación); rejonazo trasero (oreja).

El Juli: estocada caída trasera(ovación); estocada delantera (dos orejas); estocada desprendida (oreja con fuerte petición de la segunda. Salió a hombros.

Algo más de tres cuartos de entrada en los tendidos, en el segundo festejo de abono de la feria del Pilar.

Se cumplían exactamente quince años desde que otro día del Pilar El Juli le cortó un rabo a un gran toro de Núñez del Cuvillo en esta misma plaza de Zaragoza.

De entonces a hoy, han cambiado muchas cosas en la carrera del famoso torero madrileño, y entre ellas su propia forma de torear, más apasionada y redonda en sus primeros años que en esta eficiente etapa de su madurez.

Hoy El Juli competía en Zaragoza consigo mismo, que no con el rejoneador que completaba este extraño "mano a pata". En realidad, competía sobre todo con el recuerdo de aquellos éxitos de juventud y, sobre todo, hubo de competir finalmente con el sobresaliente juego de los dos últimos toros a los que se enfrentó.

Su faena al terciado cuatreño de Garcigrande que abrió su lote fue un mero ejercicio de técnica para no dejarse ganar la partida por el creciente genio defensivo del animal. En cambio, los otros dos toros le pidieron un extra de entrega y hondura que no siempre afloró sobre el albero zaragozano.

"Pescadero", un fino y astifino toro de Daniel Ruiz lidiado en cuarto lugar se lo exigió por la encendida bravura que ya manifestó en varas. Porque el encastado animal puso todo de su parte en cada embestida, empujando con los riñones en cada arrancada y repitiéndolas con celo, mientras que El Juli las pasaba con facilidad pero sin un mayor compromiso en las tres series de muletazos fundamentales que le ligó.

Hasta entonces, la faena no levantó el vuelo que sí tomó cuando el torero del barrio de San Blas se metió en terrenos de cercanías para, sin enmendarse, ligarle circulares y otros alardes geométricos que, ahora sí, enardecieron los tendidos hasta llevar a pedirle las dos orejas que el presidente concedió al mismo tiempo que la merecida vuelta al ruedo en el arrastre del astado albaceteño.

Por su parte, el sexto toro, un bello y entipado ejemplar de Alcurrucén, fue tanto o más exigente en tanto que la calidad suprema de sus embestidas pedía a gritos una muleta honda, templada e inspirada, después de que, atendiendo a su encaste, se mostrara frío y huido en los primeros tercios.

Por experiencia y conocimiento, Juli apreció antes que nadie el ritmo y la profundidad de esas soberbias embestidas de "Afanes", al que por eso llevó toreadísimo en los doblones iniciales del trasteo de muleta, en los que sujetó y alargó aún más tan evidente clase bovina.

Pero al cuerpo central de la faena le sobró un punto de tensión formal por parte del torero, que, rígido y a veces a empujones de cintura y de muñeca, no siempre se acopló a la dulzura del toro, hasta que hubo de recurrir de nuevo a los alardes finales de cercanías para amarrar un triunfo que la presidencia acertó en dejar en una sola oreja.

Otro trofeo paseó finalmente el rejoneador Diego Ventura, que se mostró impreciso en casi todas las fases de la lidia de sus tres toros, con embroques abiertos y de poco ajuste para clavar hierros y banderillas, y con un toreo poco fluido ante el escaso celo de sus enemigos.

Falló Ventura además con el rejón de muerte en los dos primeros turnos, pero, tirando de habilidad, acertó a la primera con el sexto, razón exclusiva para que paseara ese solitario trofeo.


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