• viernes, 19 de abril de 2024
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CULTURA

Navarra restaura la única torre telegráfica óptica del siglo XIX que se conserva en Alsasua

Es la única edificación de estas características que queda en pie de las tres ubicadas en Navarra en la línea que enlazaba Madrid con Irún.

Un andamio en la fachada de un  edificio. ARCHIVO
Un andamio en la fachada de un edificio. ARCHIVO

Han finalizado las obras de restauración de la torre de telegrafía óptica Basaluze de Alsasua, promovidas y financiadas por la Dirección General de Cultura. La obra ha supuesto una inversión de 250.527,53 euros.

Esta torre, declarada por el Gobierno de Navarra como Bien Inventariado, es la única que queda en pie de las tres ubicadas en Navarra que formaban parte de la línea de telegrafía óptica denominada de Castilla, que enlazaba Madrid con Irún, y que fue construida entre 1844 y 1846. Esta línea, a la que pertenecían también las torres Ciordia y Engara, esta última también en Alsasua (término de Egubera), fue inaugurada en 1846, y se dejó de utilizar en el año 1855.

No se ha planteado la incorporación de un uso específico nuevo en la torre, ni del sistema de comunicación por señales que dispuso en la cubierta durante los pocos años en que estuvo en uso, ya que la relación visual entre esta torre y las contiguas de la línea -desaparecidas-, no se produce en la actualidad.

DESCRIPCIÓN DE LA OBRA

La torre de Basaluze es de planta cuadrada. Conservaba por completo sus muros, pero había perdido la estructura de madera horizontal interior y de cubierta y las carpinterías de puerta y ventanas. El cuerpo principal, de 10 metros de alto y 6,40 m de ancho, está compuesto por un zócalo liso apenas resaltado, anchas fajas lisas en las esquinas y una delgada de remate que definen los entrepaños, divididos en dos pisos por otra faja, todo en piedra labrada.

En los cuatro frentes se abre en cada planta una amplia ventana rectangular con faja perimetral resaltada, que se convierte en puerta en la planta inferior en orientación sur, que queda en alto. El interior es de mampostería y conserva parte del revoco de mortero de cal; se conservan restos de algunos cabezales de madera de las ventanas y se ven los mechinales de los forjados de madera desparecidos.

Las obras realizadas han pretendido su restauración arquitectónica conforme a las características originales, a la vista de los datos que han proporcionado el levantamiento de planos que se realizó en 2017, y los documentos históricos conocidos.

Se ha repuesto la estructura de roble de los forjados interiores y de la cubierta plana de la torre conforme a las condiciones originales derivadas del estudio de los muros interiores y del contraste con la configuración arquitectónica de otras torres de telegrafía óptica restauradas en España. Se ha repuesto también una escalera de caracol interior metálica ajustada al trazado de la que tuvo la torre en el ángulo sudeste. Asimismo, al retirar los escombros depositados en la planta baja del interior apareció en buen estado de conservación el pavimento original de la torre, de gruesas losas de piedra caliza, que se ha conservado.

En el exterior, se han preservado alguno de restos del revestimiento de mortero de cal que tenía la fachada sur, y el resto de paños de mampostería se han revestido con mortero de cal. Los zócalos, enmarques, impostas, cornisa y peto de remate, todos de sillería vista, se han reparado y rejuntado.

Se han colocado nuevas carpinterías de madera de roble en la puerta de acceso, en las tres ventanas de planta primera y en las cuatro de planta segunda. Las doce aspilleras de planta baja no se han cerrado para facilitar la correcta ventilación del interior de la torre. La cubierta plana es accesible desde el interior de la torre y permite unas singulares vistas sobre Alsasua y la Barranca.

El proyecto y dirección de obras es de José Luis Franchez Apecechea, arquitecto del Servicio de Patrimonio Histórico, y la empresa que ha realizado la restauración es Construcciones Leache.

FUNCIONAMIENTO

El telégrafo óptico fue ideado en Francia a finales del siglo XVIII. En España se impulsa en 1844 una red de telegrafía óptica, de la que se llegaron a construir tres líneas: la denominada línea de Castilla, formada por 52 torres, entre ellas la de Basaluze, que unía Madrid con Irún; la de Cataluña, de Madrid a Port Bou, y la de Andalucía, de Madrid a Cádiz. Tuvieron una vida corta, por la instalación casi inmediata del telégrafo eléctrico.

Las torres obedecen a un diseño específico que responde a dos requisitos: la colocación en su coronación del mecanismo de señales del telégrafo óptico, y la capacidad de defensa para que en caso de conflicto no se cortara la comunicación. A esto se suma el emplazamiento en el terreno que permitiera el enlace visual con las torres inmediatas de la línea telegráfica.

torres son el testimonio material de un sistema de comunicaciones de carácter visual ideado y empleado en una época histórica concreta y de corta vigencia. Recuerda, en cierta medida, las fórmulas de comunicación visual, seguramente muy elementales, que pudieron existir entre las torres de frontera en la Edad Media. Otro ejemplo de sistema de comunicación visual es el de banderas empleado en náutica, que sigue en uso en la actualidad.

El telégrafo óptico, pese a su corta vida, fue un hito del progreso en el ámbito de las comunicaciones. Las torres de telegrafía óptica que han pervivido, como la de Basaluze, son testimonios materiales que tienen valor cultural, porque nos recuerdan un hito de dicha historia.

El desconocimiento de estas edificaciones y de su función como estaciones telegráficas -y de la misma existencia de la telegrafía óptica y de las líneas y época en que fueron construidas- es prácticamente total en la actualidad. La de Basaluze es una de las pocas que ha llegado hasta hoy bastante completa, pero apenas queda recuerdo de su función.


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