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FERIA DE FALLAS

José Garrido, a hombros, remonta el descastamiento de los 'Fuenteymbros'

Padilla y Jiménez Fortes se marchan de vacío mientras que Garrido consigue dos orejas en el tercero de la tarde.

GRA261. VALENCIA, 12/03/2016.- El diestro José Garrido da un pase de rodillas a su primer astado "Retama" al que ha cortado dos orejas en la corrida de toros de la Feria de Fallas en la que ha compartido cartel con Juan José Padilla y Fortes con toros de Fuente Ymbro. EFE/Kai Försterling
El diestro José Garrido da un pase de rodillas a su primer astado "Retama" al que ha cortado dos orejas en la corrida de toros de la Feria de Fallas en la que ha compartido cartel con Juan José Padilla y Fortes con toros de Fuente Ymbro. EFE/Kai Försterling

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de Fuente Ymbro, de correcta presencia, aunque algo bastos de hechuras y desiguales de remate. Corrida muy desrazada en su conjunto, sin celo ante los engaños y todos rajados o a la defensiva en el último tercio.

Juan José Padilla: estocada desprendida (silencio); media estocada trasera tendida (ovación tras petición de oreja).

Jiménez Fortes: dos pinchazos, estocada delantera atravesada y dos descabellos (silencio tras dos avisos); cinco pinchazos hondos y dos descabellos (silencio tras aviso).

José Garrido: estocada fulminante (dos orejas tras aviso); estocada caída (silencio). Salió a hombros.

Entre las cuadrillas, destacó la precisa y templada brega de Antonio Chacón al tercero.

Algo menos de media entrada en el segundo festejo de abono de la feria de Fallas, en tarde fría y con viento.



OTRO JOVEN QUE SUMA

Otro joven torero más, y ya van dos, abrió hoy la puerta grande de la plaza de Valencia en esta feria de la renovación. En este caso, el extremeño José Garrido, que logró cortar dos orejas a pesar de que tampoco los toros de Fuente Ymbro dieron ninguna facilidad.

No es que la del hierro jerezano fuera una corrida dura o demasiado exigente, sino que los bastorrones ejemplares jugados estas Fallas tuvieron la raza tan al límite que su juego se limitó a huir de las muletas, en algunos casos, o a intentar tropezarlas a violentos tornillazos defensivos, en su mayoría.

Aun así, José Garrido supo buscarle las vueltas al tercero, un toro abanto y huido desde su salida al ruedo, pero al que sujetó magistralmente en el segundo tercio el banderillero Antonio Chacón.

Esa precisa brega del joven subalterno sevillano sirvió para que el astado aminorara su tendencia a la huida y para que Garrido pudiera abrir la faena de muleta con un afarolado y otros pases de rodillas que centraron la atención del tendido.

A raíz de ahí, siempre aprovechando la querencia de tablas del noblote animal, el torero extremeño ligó series de pases con ambas manos, sin demasiada pausa por su afán de triunfo pero con asentamiento, inteligencia y solvente habilidad técnica.

Una ajustada y apurada serie de bernadinas, como adorno y alarde final, y una estocada de efectos fulminantes ayudaron a que se le pidiera y concediera finalmente una segunda oreja, algo excesiva, que le abrió la puerta grande, ya que con el sexto, que no paró de soltar tornillazos, el empeño de Garrido fue en vano.

El segundo toro, que tuvo genio y cierto sentido, fue una prueba más del sereno valor de Jiménez Fortes, que no se afligió ante los arreones de un animal que siempre le pasó los pitones a la altura de la cintura y en embestidas de muy corto recorrido.

Pero después de someter y de imponerse al incierto animal con la mano derecha, cuando ya todo estaba hecho, el diestro malagueño alargó sin sentido la faena con la mano izquierda, haciendo que la intensidad y los méritos declinaran hasta perderse en una sucesión de pinchazos a la hora de matar.

También falló con los aceros Fortes ante el quinto, un animal reservón al que volvió a consentir con valor su actitud defensiva sin poder sacar nada en claro.

Por su parte, Juan José Padilla estuvo muy inseguro con el primero de la tarde, más por el fuerte viento que soplaba en esos momentos que por la verdadera condición de un toro que mostró su no tan peligroso desrazamiento cuando el jerezano logró por fín asentarse.

Y el cuarto, al que también banderilleó sin gran brillantez, no tuvo ni raza ni celo para tomar la muleta de Padilla en una anodina faena cuya única emoción llegó cuando, al salir del embroque de la estocada, el animal hizo hilo con el torero, lo campaneó y lo derribó en la arena, aunque aparentemente sin mayores consecuencias.


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