• miércoles, 24 de abril de 2024
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TELEVISIÓN

Entre gusanos y broncas: la transformación de Chicote de un restaurante en el Casco Viejo de Pamplona

El último capítulo de Pesadilla en la Cocina en un programa marcado por las continuas broncas del dueño. 

Chicote muestra a cámara una botella de aceite en el programa Pesadilla en la Cocina grabado en Pamplona ATRESMEDIA
Chicote muestra a cámara una botella de aceite en el programa Pesadilla en la Cocina grabado en Pamplona ATRESMEDIA

Alberto Chicote ha visitado Pamplona. En el capítulo de Pesadilla en la Cocina de este pasado jueves, el conocido cocinero ha realizado una gran transformación en un programa en un restaurante del Casco Viejo pamplonés marcado por la tensión, las broncas...y un gusano. 

El restuarante Jatetxea Ole, tras la reforma Maltea, ubicado en la Plaza Consistorial de Pamplona ha sido el protagonista de uno de los programas con mayor tensión de la temporada del programa de La Sexta.

Durante el programa, el dueño del local, Iosu, pasó de alabar a su equipo al principio, a culparle de todos los males para acabar encarándose y discutiendo con ellos durante los servicios ante la mirada de un incrédulo Chicote, que también tuvo su ración de enfrentamiento. 

Además, el dueño llegó a reconocer que el restuarante además de llevarle a la ruina (reconoció pérdidas de alrededor de 100.000 euros durante el programa) le estaba costando sus relaciones personales al dedicarle 16 horas. "He perdido casi a mi chica y a mi hijo no le veo mucho", reconoció Iosu.

En la prueba de la comida que realizó Chicote ya encontró el primer fallo: comida ultracongelada. El cocinero 'sacó los colores' al restaurante al tener gran parte de su carta (por no decir la totalidad)  en congeladores, sin ningún producto fresco de temporada. 

Tras esta, Chicote pasó revista a la higiene en cocinas sacando las vergüenzas con un membrillo acompañado con moho, así como foie amontonado y productos mezclados en los congelados. 

Momentos después, presenciando el primer servicio, Chicote vio como todo iba de mal en peor. Una cantante de rancheras, total descoordinación, continuas devoluciones de platos y broncas entre Iosu y sus cocineros y entre los camareros

“Toda la vida trabajando y me junto con cuatro tontos que me arruinan el negocio. Todo lo que estás haciendo… La estás cagando”, gritaba Iosu a sus empleados en la cocina mientras las devoluciones de los platos no paraban de llegar. 

El ambiente de total idilio que le habían pintado a Chicote se caía. 

Tras esa primera muestra, Chicote llevó a Iosu al mercado y le enseñó las bondades de los productos frescos, destacando que estos eran más baratos que los congelados como intentaba excusarse el dueño. 

Segundo servicio y, pese a las correcciones, segundo fracaso. Más tensión y más broncas que llegaban a oídos de los comensales en la sala. Y un visitante inesperado. Una larva se coló en una ensalada mal limpiada que terminó por detonar todo. 

Una frase de Chicote resumió lo visto: “Menos mal que no hay un fusil de asalto ahí puesto, porque os matáis”.

Ante la perplejidad de Chicote, el cocinero tomó los mandos tras la remodelación del local. Nueva carta y nuevos productos, pero con la llegada del servicio viejos hábitos. Confusión en cocina con el caos del dueño y comensales esperando por su comida. 

Finalmente, Chicote, tras una bronca con Iosu, tomó las riendas en la cocina dando las comandas y ordenando al equipo para acabar sacando el servicio dejando a los clientes satisfechos. 

Iosu acabó por reconocer la labor de Chicote y agradeció los consejos de un cocinero que destacó que si el dueño consigue orientarse y reordenarse, el local tiene que funcionar.


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