• jueves, 28 de marzo de 2024
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REVISTA

Cultura edita “El arte gótico en Navarra”, obra que analiza un periodo artístico brillante y muy desconocido

Se trata de la primera obra de conjunto sobre el gótico navarro realizada desde hace más de cuarenta años, y recoge estudios surgidos desde entonces.

Santa María la Real en Olite.
Santa María la Real en Olite.

La Dirección General de Cultura ha publicado el libro “El arte gótico en Navarra”, obra de 669 páginas y cuidadas ilustraciones entre las que se incluyen planos y secciones arquitectónicas actualizados, que analiza un periodo artístico brillante pero muy desconocido, con creaciones equiparables a las mejores del arte europeo contemporáneo.

Se trata de la primera obra de conjunto sobre el gótico navarro realizada desde hace más de cuarenta años, y recoge estudios surgidos desde entonces, sintetizados y actualizados, junto a otros inéditos elaborados ex profeso para esta publicación. Los textos son obra de Clara Fernández-Ladreda (directora), Carlos J. Martínez Álava, Javier Martínez de Aguirre y Mª Carmen Lacarra Ducay. Se han publicado 1.000 ejemplares disponibles en las librerías al precio de 38 €.

El libro se inicia con una introducción y se estructura en cuatro grandes bloques cronológicos que marcan la evolución del gótico en Navarra. El primero esta dedicado al “Gótico clásico (1200 a 1276)”. Se trata de una fase de tránsito compleja y difícil de sintetizar, especialmente en arquitectura religiosa, que cuenta con cuatro grupos muy distintos: los grandes conjuntos tardorrománicos que prolongan la etapa precedente (La Oliva, Irache, catedral de Tudela); Roncesvalles que marca la ruptura con lo anterior y la irrupción del gótico, las iglesias de nave única (Santa María de Olite y San Saturnino de Artajona) y los conventos de órdenes mendicantes (Santo Domingo de Estella); a ellos habría que añadir la arquitectura civil (Tiebas). 

DISTINTAS ETAPAS

 El segundo bloque se ha consagrado al “Gótico radiante (1276-1387)”. El eje de esta etapa será el conjunto del claustro y dependencias canonicales de la catedral de Pamplona, que suponen un caso excepcional, pues ninguna otra catedral hispana o europea ha conservado la totalidad de las estancias en que se desarrollaba la vida en común de los canónigos: claustro para la meditación y el recreo, sala capitular para las reuniones, refectorio para las comidas, cocina y dormitorio; se trata de edificaciones de gran calidad y embellecidas con magníficas esculturas (puertas del Amparo y Preciosa, ménsulas y claves del refectorio) y pinturas (mural del Refectorio y del sepulcro Sánchez de Asiain, hoy en el Museo de Navarra), que figuran asimismo entre lo mejor del gótico europeo. 

El tercer bloque lleva el título “El estilo internacional y la influencia borgoñona. Carlos III y Blanca (1387-1441)” y gira en torno a dos realizaciones: el palacio de Olite y la tumba de Carlos III y su esposa Leonor; a las que podríamos añadir el templo catedralicio. 

El palacio de Olite, promovido por Carlos III, con la colaboración de un nutrido grupo de artífices dirigidos por el mazonero Martín Periz de Estella, el carpintero Lope Barbicano y el pintor Enrich de Zaragoza, reúne y sintetiza las influencias de los grandes conjuntos palaciegos europeos que el monarca pudo conocer en sus viajes y estancias en el extranjero (Louvre, Vincennes, Alcázar de Segovia, Aljafería de Zaragoza). 

El libro se cierra con el “Tardogótico (1441-1512)”, periodo final, que ofrece un panorama artístico pobre como consecuencia de la guerra civil. Lo más reseñable son los retablos de pintura: Barillas, Tudela y, especialmente, los de la Incredulidad de Santo Tomás y los Profetas de la catedral de Pamplona, de gran calidad.


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