• martes, 19 de marzo de 2024
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POLÍTICA

Navarra Suma recupera el control de las cinco ciudades más pobladas de la Comunidad foral que perdió en el 2015

Las localidades de Pamplona, Tudela, Valle de Egüés, Barañáin y Burlada vuelven a ser gobernadas por el centro-derecha navarro.

Desde la izquierda, Enrique Maya (Pamplona), Alejrandro Toquero (Tudela), Amaia Larraya (Valle de Egüés), María Lecumberri (Barañáin) y Ana Góngora (Burlada) NAVARRACOM
Desde la izquierda, Enrique Maya (Pamplona), Alejrandro Toquero (Tudela), Amaia Larraya (Valle de Egüés), María Lecumberri (Barañáin) y Ana Góngora (Burlada). NAVARRA.COM

La coalición del centro-derecha de Navarra formada por UPN, Ciudadanos y PP ha devuelto a los ayuntamientos de las cinco ciudades más pobladas de la Comunidad foral gobiernos que antiguamente habían estado en manos de los regionalistas.

Las elecciones municipales del 2015 provocaron en Navarra un vuelco no solo en el Gobierno foral, con la entrada del cuatripartito regido con mano de hierro por el nacionalismo vasco, sino que el mapa local también modificó su color para adentrarse bien en las aguas de la izquierda, o bien en las del independentismo más radical, sustentado por las formaciones populistas.

En Pamplona, por ejemplo, EH Bildú tomó las riendas del consistorio apoyado por los mismos partidos que propiciaron el tan manido y cacareado "cambio" en el Ejecutivo foral: la marca blanca del PNV, Geroa Bai; Podemos, la gran derrotada en los pasados comicios de abril y mayo; e Izquierda-Ezkerra, la formación que sirvió durante la legislatura como muleta del nacionalismo, permitiendo la consecución de la agenda nacionalista instaurada por los regidores de la capital navarra y por los del Gobierno, y que en las urnas recibió la respuesta de la ciudadanía a su actitud: un sonoro portazo en el Ayuntamiento de Pamplona y una sola parlamentaria, Marisa de Simón, que a 27 votos estuvo de perder su asiento en la Cámara.

Con la constitución del consistorio celebrada este sábado, que colocó en la alcaldía al candidato de Navarra Suma, Enrique Maya, gracias al apoyo salido de las elecciones (13 concejales de los 27 totales), la capital navarra vuelve a estar encabezada por el centro-derecha, que recogió la reclamación de la población de hacer frente a la deriva que estaba tomando en Navarra el nacionalismo vasco. Una función trascendental a la que no quiso unirse el PSN, que aún sigue dilucidando (al menos, de puertas para afuera) si llegará al Palacio de Navarra con la abstención de los abertzales de Bildu. Un apoyo encubierto de los herederos de Batasuna que, por supuesto, no saldría gratis. Ni para los socialistas, ni, mucho peor, para los navarros que respetan la Constitución.

La segunda ciudad con más habitantes, Tudela, también modificó su panorama político. Tras cuatro años dirigida por el líder de Izquierda-Ezkerra en la capital ribera, Eneko Larrarte, los tudelanos dijeron en las urnas que su mandato no había cumplido las expectativas. Mayoría absoluta para Navarra Suma, con 11 concejales de los 21 del consistorio, después de que Podemos fuera borrado del mapa tudelano. Un partido que, con sus tres concejales, había propiciado que Larrarte (que ganó un edil en mayo) tomara la vara de mando en el 2015 y que este sábado, sin sus antiguos aliados, se viera empujado a la oposición mientras que Alejandro Toquero se convertía en el nuevo regidor municipal.

También en la tercera población con más vecinos se produjo el regreso el centro-derecha, esta vez con la respuesta enrabietada de la formación de la presidenta en funciones del Gobierno de Navarra. En el Valle de Egüés, Amaia Larraya (Navarra Suma) recibió de las manos de Alfonso Etxeberria (Geroa Bai) el bastón de mando antes de que el exalcalde se dedicara a proferir toda una serie de amenazas al PSN, esgrimiendo que no darles el poder en la ciudad ponía en riesgo el hipotético Ejecutivo foral que pretende sacar adelante María Chivite con no se sabe muy bien qué apoyos, puesto que ninguna fórmula le lleva hasta la mayoría absoluta, si no rompe ninguna de sus dos autoimpuestas líneas rojas: el constitucionalismo de Navarra Suma o el independentismo vasco de EH Bildu.

VICTORIA EN LAS URNAS

A la situación en el Valle de Egüés durante la sesión de constitución del Ayuntamiento se arribó después de que en las elecciones del 26 de mayo, la coalición del centro-derecha venciera en las urnas, con nueve concejales. Su condición de lista más votada le valió el sillón presidencial del salón de plenos, al ser incapaz la marca blanca del PNV de reunir los apoyos necesarios para obtener la mayoría absoluta. A sus cuatro concejales, añadió los tres de Bildu, el de Podemos y el de I-E. Insuficientes para revalidar su cargo, por lo que reclamó a los socialistas que lo apoyaran. Los tres ediles del PSN votaron en cambio a su propio candidato, Mikel Bezunartea, por lo que Etxeberria se quedó sin su puesto y, más doloroso todavía, Uxue Barkos vio cómo caía la principal alcaldía de Geroa Bai en el largo trayecto al desierto que están suponiendo las semanas después de unas elecciones en las que su partido sucumbió claramente en la Comunidad foral, al no poder reeditar el cuatripartito que le abrió las puertas del Palacio de Navarra.

Acto después de que se constituyera el consistorio del Valle de Egüés llegarían las declaraciones de una Barkos dolida por la supuesta traición socialista, que le exige el respaldo en el Parlamento de Navarra mientras la desalojaba de su principal ayuntamiento.

No solo Geroa Bai sufrió la indiferencia del PSN en los enclaves más importantes. En la cuarta ciudad más poblada de Navarra, Barañáin, María Lecumberri, la candidata de Navarra Suma, arrebató el poder a los abertzales, que en el 2015 se hicieron con la alcaldía y sentaron en la cabecera del pleno municipal a Oihander Indakoetxea. Esta vez, en cambio, el centro-derecha sí pudo hacer valer su victoria en los comicios (ganó las elecciones, logrando 8 concejales de los 21 totales), ya que Bildu se quedó con sus cinco ediles, los dos de la marca blanca del PNV y el de Podemos. De nuevo, la llave la poseía el PSN, que se votó a sí mismo, impidiendo por tanto que los independentistas asumieran de nuevo la dirección del consistorio.

Por último, en Burlada, la quinta localidad con más habitantes de la Comunidad foral, la alcaldía también recayó en la coalición Navarra Suma, cuya candidata, Ana Mª Góngora, encabezó la lista más votada de los comicios (cinco ediles). Una posición fundamental para propiciar el cambio en el poder, del que la ciudadanía desalojó a Txema Noval y a Cambiando Burlada tras su desplome en las urnas. La formación vinculada a Podemos se estrelló estrepitosamente, bajando de cinco a dos concejales. Así las cosas, sin que ningún partido consiguiera la mayoría absoluta (Bildu lo intentó, sumando sus cuatro ediles a los dos de Cambiando Burlada, el de Podemos y el de Geroa Bai), el centro-derecha consiguió la vara de mando del municipio.

CAMBIO EN ESTELLA

Además de recuperar el control en las cinco principales ciudades del mapa foral, Navarra Suma también se alzó con la alcaldía en Estella, un enclave que arrebató a Bildu, donde Koldo Leoz, el regidor que, entre otras medidas, convirtió la plaza de toros de la localidad en un pipicán, fue desalojada por la voluntad popular expresada en las urnas de mayo. La coalición de UPN, Ciudadanos y PP se hizo entonces con siete concejales, a dos de la mayoría absoluta. Los abertzales, con siete representantes, enseguida dirigieron sus miradas hacia los socialistas, que, con tres ediles, podían provocar que Leoz se mantuviera en la alcaldía. Pero, de nuevo, el PSN hizo oídos sordos y se votó a sí mismo, por lo que Gonzalo Fuentes, el candidato de Navarra Suma, es desde este sábado el nuevo alcalde de la ciudad del Ega.

La estrategia que han emprendido las tres formaciones del centro-derecha de acudir juntas a las urnas, que se ha revelado como un acierto, a tenor de los resultados tanto en la Cámara foral como en los ayuntamientos, no pudo, sin embargo, cerrar un pleno de victorias en los siete consistorios más poblados. Fuera de su campo de acción se quedó Zizur Mayor, la sexta ciudad de Navarra y en la que, pese a ganar en mayo, no pudo hacer valer su condición de partido más votado (seis ediles). Jon Gondán, el alcalde de la marca blanca del PNV en la Comunidad foral (cuatro concejales), seguirá ostentado el bastón de mando después de conseguir un acuerdo con los abertzales (tres) y AS Zizur (dos). En esta ciudad, tampoco el PSN quiso entrar en pactos de ningún tipo y, así como en las demás localidades, el que se quedó fuera fue el nacionalismo vasco, en este caso, el perjudicado fue el constitucionalismo de Navarra Suma, que no logró arrebatar la otra alcaldía de Geroa Bai que hubiera supuesto, de haberla perdido también, una auténtica debacle para la formación de Uxue Barkos.


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