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POLÍTICA

Los 42 asesinatos de ETA en Navarra que Bildu tampoco condena tras hacer presidenta a María Chivite (PSN)

Los socialistas no rechazan ni repudian los votos de los proetarras y legitiman así la actitud de los abertzales sobre la violencia terrorista. 

Adolfo Araiz (i) y Bakartxo Ruiz (d) ambos de Bildu durante el pleno parlamentario. MIGUEL OSÉS
Adolfo Araiz (i) y Bakartxo Ruiz (d) ambos de Bildu durante el pleno parlamentario. MIGUEL OSÉS

La banda terrorista ETA asesino en Navarra a 42 personas. En España, la cifra superó los 850 crímenes. Ni antes Herri Batasuna ni ahora Bildu han aceptado condenar estos 40 años sangrientos y siempre, hasta la fecha, habían tenido el repudio absoluto de todos los partidos constitucionalistas en Navarra. 

Hasta la fecha. Este viernes la socialista María Chivite será investida presidenta de Navarra con la abstención de cinco de los parlamentarios abertzales, que no condenarán los crímenes de policías, empresarios, políticos, periodistas, entre muchos otros, sólo porque tenían otra manera de pensar. 

El PSN legitimará así a Bildu y su acción violenta al no rechazar o repudiar los votos de los proetarras para acceder el poder. Con ellos deberá ahora gobernar toda la legislatura, pactar presupuestos y aprobar leyes. 

Junto a los asesinatos, se contabilizan más de 400 acciones terroristas en Navarra y cerca de 2.000 cartas de extorsión a empresarios. 

"La organización ha sido mucho más que la lucha armada. El mayor logro de ETA ha sido el haber creado un movimiento completo alrededor de su proyecto y haber controlado amplios sectores populares", reconocieron los asesinos vascos en su último Zutabe (boletín o comunicado), publicado recientemente.

Todos los crímenes de ETA, hay 300 asesinatos sin resolver, 13 de ellos con víctimas navarras o con atentados en la Comunidad foral. Por ejemplo, no se sabe quién mató ni se ha juzgado a nadie por la muerte de Juan Carlos Beiro en Leiza o de los dos agentes de la Policía Nacional en Sangüesa, Julián Embid y Bonifacio Martín

Uno de los primeros asesinatos que se le atribuye a ETA, no reconocido por la banda, se remonta a junio de 1960 en la estación de Amara, en San Sebastián, donde murió la niña de 22 meses Begoña Urroz, la primogénita de un matrimonio navarro recién instalado en Guipúzcoa. 

Y el 30 de junio de 2009, en el último atentado mortal cometido por ETA en España, murió en Calviá (Baleares) el agente de la Guardia Civil Diego Salvá Lezáun, un joven de 27 años, nacido en Pamplona y que entre sus aficiones tenía las motos y Osasuna. 

Entre ambos, una historia de sufrimiento que ha afectado a toda la sociedad, de la que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se han llevado la peor parte. 

Una muestra de ello es Alfredo Aguirre Belascoáin, que tenía 13 años cuando murió el 30 de mayo de 1985 en el casco viejo pamplonés, junto a su casa, al explotar una bomba que ETA había colocado para la Policía Nacional, uno de cuyos agentes, Francisco Miguel Sánchez, falleció en el mismo atentado. 

En la lista de víctimas, que abrió en la Comunidad Foral el 26 de noviembre de 1977 el comandante de Infantería Joaquín Imaz al ser asesinado a tiros en la plaza de toros de Pamplona, la mayoría pertenece de la Policía Nacional y la Guardia Civil, desde agentes hasta generales como Juan Atarés Peña, asesinado de tres disparos en Pamplona el 23 de diciembre de 1985. 

También hay empresarios y trabajadores como la repartidora de periódicos María Cruz Yoldi Orradre, de 63 años y madre de seis hijos, que murió el 17 de octubre de 1987 por una bomba colocada en una aseguradora de la capital navarra. 

Además han sido víctimas de ETA civiles como Gregorio Hernández Corchete, que el 15 de octubre del 1982 acudió al cuartel de la Guardia Civil de Leitza a pasar la revisión de su escopeta de caza y a la salida fue ametrallado. 

Entre los políticos víctimas de ETA están el exalcalde de Etxarri Aranatz Jesús Uláyar, asesinado a tiros y en presencia de un hijo de 13 años el 27 de enero de 1979 cuando llegaba a su casa; el concejal de Pamplona Tomás Caballero, tiroteado el 6 de mayo de 1998 cuando salía por la mañana de su domicilio para ir a trabajar; y el edil de Leitza José Javier Múgica, al que una bomba lapa en su camioneta de trabajo mató el 14 de julio de 2001. 

Especialmente sangriento fue el 13 de abril de 1984, cuando en una mañana ETA asesinó de dos disparos en Mercairuña al militar retirado desde hacía 20 años Jesús Alcocer Jiménez y a los policías Juan José Visiedo y Tomás Palacín, víctimas de la bomba colocada en el coche utilizado por los terrorista para darse a la fuga tras el primer crimen. 

El 16 de mayo de 1980, el 28 de mayo de 1983, el 28 de agosto de 1988 y el 30 de mayo de 2003 fueron también jornadas en las que la maquinaria mortal de ETA azotó a Navarra. 

En la primera, dos miembros de la Guardia Civil, el cabo Francisco Puig Mestre y el agente Francisco Ruiz Fernández, fueron asesinados a tiros en el bar "Huici" de Goizueta delante de un niño de once años, hijo del dueño del establecimiento; el mismo método que empleó la banda apenas un mes después, el 15 de junio, para matar al Policía Nacional Ángel Postigo Megía en el barrio pamplonés de la Rochapea. 

Los guardias civiles Fidel Lázaro Aparicio y Antonio Conejo Jelguero fueron asesinados de varios disparos a bocajarro el 28 de mayo de 1983 ante empleados y clientes de la sede central de Correos en Pamplona. 

El 28 de agosto de 1988 un coche bomba explotó en Estella al paso de una patrulla de tráfico de la Guardia Civil causando la muerte a José Antonio Ferri y Antonio Fernández, y el 30 de mayo de 2003 morían los policías Bonifacio Martín y Julián Embid, por una bomba colocada en los bajos del coche con el que habían llegado unas horas antes a Sangüesa para tramitar el DNI a los vecinos de la localidad. 

Al estallar una granada y un coche bomba al paso de las tanquetas en las que circulaban fallecieron en Pamplona, el 17 de abril de 1982 el agente Vicente Luis Garcera y el 16 de octubre de 1988 el guardia civil Juan Gangoso Otero; el 4 de julio de 1982 murió por una bomba lapa el guardia civil Juan García González, a la salida de una discoteca en Burguete; y el mismo método empleó ETA para asesinar en Pamplona, el 27 de mayo de 1984 al capitán de la Guardia Civil Luis Ollo, atentado en el que su mujer resultó herida. 

Otras víctimas lo han sido cuando intentaban desactivar artefactos explosivos colocados por ETA, como el cabo de los TEDAX Francisco Berlanga Robles, el 2 de enero de 1979, en una inmobiliaria en la Plaza del Castillo de Pamplona. 

O cuando inspeccionaba una bomba trampa, como el policía Eduardo López Moreno, el 20 de abril de 1995, en un cuartel abandonado en Endarlatza, o pretendía retirar una pancarta insultante que ocultaba una bomba, el 24 de septiembre de 2002, como al cabo de la Guardia Civil Juan Carlos Beiro, en Leitza. 

Varios son los que han fallecido tiroteados por ETA fuera de servicio, como el inspector de Policía Carlos Sanz Biurrun, al coger su vehículo aparcado en la Bajada de Labrit de la capital navarra, el 8 de octubre de ese mismo año, y el teniente coronel también retirado José Luis Prieto, a quien la banda mató a tiros por la espalda el 31 de marzo de 1981 en Pamplona, cuando se dirigía a misa con su mujer. 

El subteniente del Ejército Francisco Casanova recibió dos disparos en la nuca a la puerta de su casa en Berriozar, el 9 de agosto de 2000; el policía nacional Diego Torrente Reverte fue asesinado a tiros cuando lavaba su coche en el plan sur de Pamplona, el 7 de junio de 1984, y el expolicía Francisco Almagro murió asimismo tiroteado el 30 de junio de 1988, al salir de su casa en el barrio de la Rochapea. 

Además, entre los crímenes de ETA figuran empresarios como Pedro Fernández Serrano, que el 5 de abril de 1979 murió como consecuencia de una bomba colocada en los baños de la cafetería "Mohicano", próxima al Gobierno Civil y frecuentada por miembros de la Policía; y Javier Biurrun Monreal, que fue asesinado con un paquete bomba el 27 de enero de 1987. 

Y trabajadores, como el cubano Sebastián Arroyo, exguardia civil, que fue ametrallado en Alsasua el 9 de enero de 1980 cuando salía de su trabajo en Igartex. 

También hay directivos como Alberto Toca, de Mutua Asepeyo, que fue tiroteado en su despacho el 8 de octubre de 1982, y funcionarios como Jesús Blanco Cereceda, jefe civil de comunicación del aeropuerto de Noáin, al que ETA mató de varios disparos a quemarropa en el barrio pamplonés de San Juan el 27 de junio de 1983. 

En total, una cuarentena de personas asesinadas por ETA en Navarra.


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