La corporación pamplonesa ha renovado, dos meses y medio después de la fecha ordinaria, el voto de las Cinco Llagas, una tradición que desde hace cuatro siglos lleva en Jueves Santo a los concejales a la iglesia de San Agustín para cumplir con un compromiso del año 1601 en agradecimiento al cese de la epidemia de peste bubónica que amenazaba la ciudad.
Otra pandemia, la del Covid-19, impidió este año en Semana Santa la celebración del rito por las restricciones de movilidad y concentración decretadas para frenar la propagación de la enfermedad, si bien se ha recuperado ahora, aunque de manera menos solemne ya que la Corporación municipal no ha acudido al acto en cuerpo de ciudad como es habitual.
El alcalde, Enrique Maya, así como concejales de su grupo Navarra Suma, han respondido a la invitación de carácter voluntario, que ha contado con la efigie y la bandera de las cinco llagas presentes, aunque se ha reducido al rito de la misa, sin la procesión que en el templo se realiza en Semana Santa con el estandarte y la efigie de las Llagas.
Las Cinco Llagas es una antigua tradición recogida en las llamadas diez promesas seculares de la ciudad y el objetivo del acto es renovar el voto, un acto institucional que el Regimiento instauró por acuerdo municipal el 30 de mayo del año 1601 en agradecimiento a que cesara la epidemia de peste bubónica que amenazaba a la ciudad.
Habitualmente, la Corporación Municipal sale el jueves de Semana Santa de la Casa Consistorial para acudir en comitiva a la Función de las Cinco Llagas en la iglesia de San Agustín.
Es el único momento del año en el que con los trajes de gala se portan las medallas corporativas por el lado en que se representan la imagen de las Cinco Llagas de Cristo (corona de espinas y heridas de manos y pies del Crucificado), una imagen que es también el reverso de la bandera de la ciudad.
Dentro de la iglesia tiene lugar una procesión en la que se porta en andas la efigie de las Cinco Llagas.
