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SOCIEDAD

Los pequeños libreros navarros necesitan "más que nunca" a sus lectores para celebrar el Día del Libro

Apelan a las instituciones regionales y estatales a que establezcan algunas medidas que ayuden a las pequeñas librerías para salir adelante.

Un trabajador de la librería Laie Pau Claris librería-café ubicada en la calle catalana de Pau Claris, prepara libros y material antes de enviarlos, en una mesa del local que permanece cerrado al público por la crisis del Covid-19 pero que durante el día de hoy, sí permanece abierto para los trabajadores para prestar servicios online a los clientes que deseen obtener libros. La decisión de seguir prestando servicios online viene con motivo de la festividad tan conocida en Cataluña como el Día de Sant Jordi y la imposibilidad de poder abrir estos locales por la crisis sanitaria. En Barcelona, Cataluña, (España), a 22 de abril de 2020.

22 ABRIL 2020;CATALUNYA;CATALUÑA;BARCELONA;SANT JORDI;CORONAVIRUS;ONLINE;LIBROS;LIBRERIA

22/4/2020
Un trabajador de la librería Laie Pau Claris librería-café ubicada en la calle catalana de Pau Claris, prepara libros y material antes de enviarlos, en una mesa del local que permanece cerrado al público por la crisis del Covid-19 pero que durante el día de hoy, sí permanece abierto para los trabajadores para prestar servicios online a los clientes que deseen obtener libros. La decisión de seguir prestando servicios online viene con motivo de la festividad tan conocida en Cataluña como el Día de Sant Jordi y la imposibilidad de poder abrir estos locales por la crisis sanitaria. En Barcelona, Cataluña, (España), a 22 de abril de 2020. 22 ABRIL 2020;CATALUNYA;CATALUÑA;BARCELONA;SANT JORDI;CORONAVIRUS;ONLINE;LIBROS;LIBRERIA 22/4/2020

Hasta este año el Día del Libro era un sinónimo de alegría y fiesta para las pequeñas librerías de barrio navarras, que ahora lo afrontan con tristeza y necesitan "más que nunca" el apoyo de sus lectores al ver como la crisis de la COVID-19 puede hacer peligrar sus negocios.

Es el caso de Maider Díaz y Raquel Anocibar, a las que la gente en 2012 les decía que estaban "locas" ya que, después de perder su empleo, y en plena crisis se animaron a hacer realidad su proyecto: Chundarata, una pequeña librería en la calle Paulino Caballero que había conseguido "salir a flote" estos años y ahora afronta unas "pérdidas anuales del 40 % de sus ingresos".

"De normal vivimos justicas", asegura Díaz a Efe, que prevé una "temporada difícil" y agravada con esta crisis del coronavirus a la que están intentando hacer frente desde hace unos días atendiendo pedidos de manera online y a través de su página web.

Díaz explica que las primeras dos semanas no lo hicieron porque no sabían "que iba a durar tanto", les daba reparo por el hecho de tener un repartidor, pero, al ver que las "grandes librerías se lo estaban llevando todo", lo tuvo claro: "Yo también voy a intentarlo".

Y es que Díaz y su socia han reducido las horas de sus ERTE para poder acudir a la tienda y "hacer paquetes" con los pedidos de los clientes, que junto al Gobierno de Navarra fueron los que les "alentaron" a abrir la venta online como solución.

Aun así no puede evitar pensar en el futuro: "No sabes cuando vas a salir y cuando salgas tampoco va a ser como antes", por lo que apela a las instituciones regionales y estatales a que establezcan algunas medidas que ayuden a las pequeñas librerías como Chundarata a salir adelante.

Entre estas propuestas, destaca la "inyección de capital para la compra de libros en colegios y bibliotecas", que los libros de texto se adquieran desde las librerías y que haya "bonos culturales" para gastar en música y libros o, de lo contrario, "habrá librerías que no van a poder soportarlo".

Es por eso que con este futuro tan incierto el Día del Libro este jueves para libreros como Díaz va a ser "rarísimo" y "triste", pues, según cuenta, en años anteriores "se hacía una salida a la calle de todas las librerías y floristerías de Pamplona y era uno de los "mayores ingresos" de la temporada.

También en Tudela se vivía el Día del Libro como una "fiesta", donde toda la familia y amigos se volcaban en la Plaza de los Fueros y "recomendando sin parar", por lo que para el encargado de la librería "Letras a la Taza" de la capital ribera, Miguel Iglesias, será "muy diferente".

Así lo define él mismo, que imagina que pasará el día "de portal en portal, con guantes y mascarilla, y sin poder hablar ni comentar", pues aún dentro del confinamiento se niegan a renunciar al romanticismo que envuelve al 23 de abril y llevarán "libros a domicilio" con un "broche de fieltro" de una rosa.

Aun así prefiere tomarlo con optimismo, y confía en recordarlo muchos años y como "una anécdota", pues explica que todo esto tanto a él como a su socio, David Martón, les "pilló un poco de sorpresa" y nunca se llegaron a imaginar que iban a tener que cerrar su pequeño "espacio para encontrarse".

"Parece que es lo que necesitaba la gente", cuenta Iglesias refiriéndose a la "pequeña comunidad" que Letras a la Taza ha logrado formar en poco más de cinco años, con la que en este momento no quieren "perder el contacto" y a la que agradecen los mensajes recibidos: "Nos han emocionado hasta el punto de hacernos llorar".

Explica que crearon la opción de pedir un libro #paracuandoestopase y crearon los "coronabonos" como feedback a todo el apoyo recibido y la respuesta fue tan satisfactoria que llegaron a "colapsar la página web" con los encargos.

Es precisamente esa cercanía entre el cliente y "la persona que está detrás del mostrador" la que se pone en peligro en situaciones como la actual, que deja a las ciudades sin la vida que les da el comercio y que, según Iglesias, nos acerca más a "convertirnos en una distopía" como las relatadas en las novelas.

Sin embargo Iglesias espera que esta situación haga valorar la importancia del "comercio de cercanía" y está convencido de que los libreros volverán a "reinventarse", una opinión que también comparte el encargado de la mítica "Casa del Libro" de la calle Estafeta, Carmelo Butini, abierta desde 1943.

En su caso la librería ha pasado por tres generaciones familiares y ni siquiera el coronavirus ha conseguido cerrarla, ya que al vender prensa pueden abrir y eso les permite "sacar algo" por las mañanas.

Butini relata que su clientela habitual sigue siendo fiel, aunque lamenta que con la crisis posterior "muchas librerías y editoriales pequeñas cerrarán" por lo que ha concluido pidiendo a los lectores "que se dejen de Amazon ni glorias y pasen por todas las librerías tradicionales que estemos abiertas". EFE


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