• viernes, 29 de marzo de 2024
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SUCESOS

Un crimen pasional de 1897: el asesinato de Manuela Goñi en la calle Descalzos

El asesinato de la joven supuso una gran conmoción entre los pamploneses y provocó una corriente de solidaridad hacia la víctima esos días.

Calle Descalzos de Pamplona. PABLO LASAOSA
Calle Descalzos de Pamplona. PABLO LASAOSA

La calle Descalzos, situada en el Casco Viejo de Pamplona, fue el escenario del asesinato de Manuela Goñi el 13 de mayo de 1897, una joven de 18 años natural de Yesa.

El cadáver fue encontrado por un cabo del Regimiento de Cantabria, que se dirigía a repartir el café a los soldados que se encontraban de guardia, y presentaba una extensa herida en la frente, otra en el lado derecho del pecho y otra de grandísima consideración en el cuello, cortando por completo su parte anterior.

Además, la mujer tenía algunas heridas en las manos, que hacían suponer que trató de defender desesperadamente su vida, provocándole al asesino unas heridas en el cuello, prueba por la que fue reconocido posteriormente el autor del crimen.

Durante tres días, el cuerpo de la joven estuvo expuesto a la vista pública con el fin de que alguien pudiera reconocerla, según relata una crónica del periódico 'El Eco de Navarra' que recoge el blog 'Memorias del Viejo Pamplona'.

Tras comunicar el suceso a las autoridades competentes, el juez de instrucción se personó en el lugar de los hechos junto con los jefes de la policía judicial y agentes municipales.

El cuerpo de Manuela Goñi fue conducido al Hospital Provincial y el juez de instrucción ordenó que quedara expuesto al público.

Fue entonces cuando una mujer declaró que conocía a la muerta y añadió que creía que tenía una relación sentimental con Balbino Arrastia, un trabajador de la imprenta de Don Juan Sanz de Pamplona.

Arrastia fue detenido por la Policía Municipal y se declaró culpable del crimen, que se había cometido con un cuchillo de grandes dimensiones que apareció en el lugar del suceso roto en dos pedazos desiguales, quedando la parte menor y ensangrentada adherida al mango.

El asesinato de la joven supuso una gran conmoción entre los pamploneses y provocó una corriente de solidaridad hacia la víctima esos días. Los ciudadanos de la capital navarra llegaron a recaudar 21 pesetas para pagar el toque de agonía y poder celebrar algunos sufragios por el alma de Manuela Goñi.

El juicio fue el 8 de mayo de 1897 y Balbino Arrastia fue condenado a 20 años de prisión.

UN CRIMEN PASIONAL

Según lo que declaró el culpable del delito, a sus oídos llegó que habían visto a Manuela abrazada y cariñosa con un carpintero de la ciudad.

Carcomido por lo celos, que manifestó en alguna ocasión a la joven, le pidió a su novia explicaciones el mismo día que cometió el crimen. Cuando Manuela y Arrastia se despidieron, este le siguió sigilosamente y observó que al poco rato se detuvo con un joven.

El novio de Manuela permaneció al acecho esperando para que Manuela estuviera sola. Cuando llegó el momento, le increpó a Manuela por su comportamiento y cuando estaban detrás del convento de las Descalzas, Arrastia le exigió a su novia saber el nombre del joven con el que había estado. Al parecer, ella se negó y el joven le propinó varias cuchilladas que acabaron con su vida.

CONTRADICCIONES EN EL RELATO

Sin embargo, tal y como relata la crónica del periódico de la época, otras fuentes que declararon en el caso aseguraron que la tarde anterior Manuela había ido a lavar al rio, y regresó a media tarde a la casa nº 6 de la calle Tejería, donde trabajaba para un miembro de la Diputación.

Sobre las 20.30 horas salió para ir a la suya y en la esquina de la calle Mayor le esperaba Balbino Arrastia. En aquel momento llegó la mujer que la tenía alojada  en la casa de la calle Tejería  y al invitarla para que fuese con ella el novio y autor del crimen le contestó: "Para las nueve ya irá”. Por lo tanto, el testimonio de este testigo contradijo la versión del asesino.


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Un crimen pasional de 1897: el asesinato de Manuela Goñi en la calle Descalzos