Tal y como ocurrió la semana pasada, las colas durante la noche y frente al estadio han sido multitudinarias.
Sólo once minutos habían atravesado las 9 horas de los relojes cuando, esta mañana de jueves, Osasuna colgaba en sus taquillas la siguiente información: "Entradas agotadas".
Esta ha sido la escena que se ha repetido en El Sadar, que tal y como ocurrió la semana pasada, ha vivido una madrugada acompañada por los hinchas más forofos y que bajo ningún concepto han consentido dejar escapar una de las entradas para el partido histórico que puede devolver al equipo a Primera División.
José Javier Zamarbide ha sido el último afortunado en retirar una entrada. Ilusionado, era incapaz de explicar el coste real de ese viaje que le llevará este sábado hasta Girona. Desde las 6.45 horas de la mañana y apurando una cola de más de 300 personas (el número de entradas que ha puesto a la venta el club), Zamarbide será la última de las voces que se dejará la garganta con la afición más roja.
Ya ayer miércoles por la noche, y antes de que el partido contra el Girona en casa tocase a su fin, decenas de aficionados esperaban la apertura de las puertas para coger asiento en Montilivi. Con sillas, hamacas, mesas y una buena cena han pasado horas de nerviosismo ante el que puede terminar siendo el partido de la victoria final.
El precio de ese trozo de papel es infinito. Habrá que canjearlo este sábado y ver si también alcanza lo incalculable.
