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TRIBUNALES

El acusado de matar a su pareja y la hija de ésta de 9 años: "Envolví los cuerpos en plásticos y los tiré al pozo"

El hombre ha reconocido durante el juicio que agarró del cuello y asfixió a la mujer, pero no ha precisado cómo mató a la niña de 9 años.

Varias niñas ante las fotos de la mujer y sus hijas asesinadas. LA OPINIÓN DE ZAMORA
Varias niñas ante las fotos de la mujer y sus hijas asesinadas. LA OPINIÓN DE ZAMORA

El acusado de matar a su pareja, Adolfina Puello, y la hija de ésta en junio de 2014, ha confesado este martes durante la segunda sesión del juicio que acabó con la vida de ambas, aunque no recuerda el modo, y que envolvió los cuerpos con plásticos y los arrojó a un pozo en la localidad de San Vicente de la Cabeza.

"Forcejeamos y la ahogué; estábamos en la cocina, la agarré por el cuello, pero no recuerdo cuánto tiempo apreté, ella intentó golpearme, defenderse", ha indicado el acusado, Raúl Álvarez, ante preguntas del Ministerio Fiscal. Sin embargo, no ha podido precisar el modo con el que terminó con la vida de la hija de Adolfina, Argelys.

Álvarez ha añadido que envolvió los cuerpos de ambas con "plásticos" que había en el domicilio que compartía con Puello, en la calle Sancho Panza, que los introdujo en el maletero de su coche y los llevó hasta el pozo en Zamora.

Según ha declarado en la Sala A de la Audiencia Provincial de Madrid, Álvarez no llamó a Emergencias después de asesinar a ambas mujeres por los "nervios". Por contra, el acusado ha negado que decapitara los cuerpos de las asesinadas, tal y como ha recordado el Ministerio Fiscal que fueron hallados.

LA ACUSACIÓN: "SEGUIRÍAN VIVAS"

Una de las acusaciones particulares en el juicio contra Raúl Álvarez, acusado del asesinato de su pareja y de la hija de ésta, ha recriminado este lunes que las fallecidas estarían vivas si se hubieran articulado medidas de protección después de que la abuela de la pequeña denunciara malos tratos por parte del acusado.

Así lo ha manifestado antes del juicio la abogada María Ángeles Jaime, de la Asociación de Mujeres Juristas, quien lleva la defensa de su nieta. Un Jurado Popular juzgará los hechos ocurridos en junio de 2014 a lo largo de la semana.

El acusado se enfrenta a una petición fiscal de 38 años de cárcel por un delito de homicidio, otro de asesinato y malos tratos. Se le acusa de matar a su expareja y a la hija de ésta, apareciendo los cadáveres cinco meses después en un pozo de un pequeño pueblo de Zamora.

A su llegada, la letrada ha destacado que en este caso "lo relevante desde un punto de vista jurídico" es que la abuela de la niña denunció que la pequeña sufría malos tratos cinco meses ante de los hechos.

"Si se hubieran extremado las diligencias que obliga el protocolo de Estambul esto no hubiera pasado", ha aseverado. "Si se hubieran articulado las medidas de protección se les hubiera salvado la vida", ha insistido

LA ABUELA DENUNCIÓ LA DESAPARICIÓN

La Policía encontró los cadáveres de sus víctimas en un pozo del pequeño municipio de San Vicente de la Cabeza (Zamora). Al parecer, el acusado las habría asfixiado y habría tarsladado sus cuerpos hasta la zona donde se hallaron os cadáveres.

Ambas fallecidas eran dominicanas. La menor era fruto de una relación anterior de Adolfina Puello con un hombre que falleció también trágicamente en República Dominicana. Fue la abuela paterna, residente en España, la que denunció la desaparición de ambas el 30 de junio de 2014.

Adolfina tenía pensado tomar un vuelo a su país, pero no llegó ni a coger sus maletas de casa. Raúl Álvarez tenía desde hace tres años una relación sentimental con ella y pasaba buena parte del tiempo en la casa de Adolfina, situada en la calle Sancho Panza del barrio madrileño de Vallecas.

MALA CONVIVENCIA

El escrito de acusación detalla el modo en que el acusado trató durante el tiempo que duró la convivencia de "humillar", "doblegar" y "controlar" a la fallecida, una situación que le llevó a asesinar a la mujer y a su hija y a arrojarlas al interior de un pozo donde fueron encontradas cinco meses después de la muerte de ambas.

En 2012, el acusado inició una relación con la víctima de manera que convivían en casa de ella los fines de semana junto a la hija de la fallecida. Desde el principio, Álvarez gritaba insultaba y golpeaba a su pareja. También se mostraba "celoso" y "posesivo", al tiempo que controlaba sus conversaciones en Facebook "y la obligaba a estar continuamente al lado del teléfono para que contestara inmediatamente sus llamadas y whatsapp".

La mayoría de las veces repetía sus episodios violentos delante de la menor a quien también golpeaba, gritaba y faltaba el respeto provocando en ambas "un gran terror que les impedía vivir con tranquilidad y libertad".

A fin de liberarse en la medida de lo posible del control que ejercía sobre ella, la mujer llegó a guardar en su lugar de trabajo toda la documentación sobre sus cuentas bancarias y documentos personales. Y es que en un cuaderno escribía cartas a Dios "rogándole que alejara al acusado de ella y de su hija, que le sacara de sus vidas porque le tenía miedo por lo mal que las trataba".

La relación duró casi dos años, hasta que entre las 22:38 horas del 29 de junio de 2014 y las 9:00 horas del día siguiente, se produjo una discusión en el domicilio de la mujer en el curso de la cual, "de forma consciente y deliberada", asesinó a la madre y a la hija.

Esa misma tarde el acusado trasladó ambos cadáveres en un vehículo de su propiedad hasta la localidad de San Vicente de la Cabeza (Zamora), donde sus padres tenían una casa, y escondió los cuerpos sin vida de su pareja y de su hija en un pozo llamado "la Noria de Abajo" situado a 200 metros de la vivienda.

El 25 de noviembre, tras ser detenido Álvarez y confesar los hechos, los cadáveres fueron recuperados del interior del pozo "donde habían estado sumergidos en agua durante casi cinco meses encontrándose en un avanzado estado de descomposición, lo que impidió determinar de forma exacta del mecanismo que produjo las muertes, pero éstas fueron violentas".

LA MENTIRA QUE LE DELATÓ

Raúl Álvarez trató de engañar a la Policía durante la investigación, pero los agentes detectaron las contradicciones en su discurso, lo que permitió dar con los restos de las dos víctimas.

El arrestado prestó declaración en dos ocasiones ante los agentes de la Policía Nacional. Los investigadores detectaron la pista del detenido y las dos víctimas el 30 de junio a la altura de Ávila, de camino al norte. A partir de ahí se les perdió el rastro.

Durante el interrogatorio policial los agentes le preguntaron hacía dónde iba aquel día y Raúl Álvarez afirmó que iba a visitar a sus padres a la casa que tienen en el pequeño pueblo zamorano de San Vicente de la Cabeza. Se trata de un municipio cercano a la frontera con Portugal que no llega a 500 habitantes.

LOS PADRES ESTABAN EN MADRID

No obstante, a la Policía no le convencieron las explicaciones del que entonces tan sólo era la pareja de la mujer dominicana. Los investigadores comprobaron que los padres del asesino que deberían haber recibido la visita de su hijo estaban en Madrid en esas fechas.

Esta y otras contradicciones permitieron seguir avanzando en la investigación hasta que Raúl Álvarez fue detenido y terminó confesando el crimen, pero continuaron las mentiras a la hora de explicar dónde se encontraba su ex pareja y su hija de ésta.

"Trató de engañar a los agentes como en el caso de Marta del Castillo", relató entonces un mando policial conocedor de la investigación. Y es que el detenido aseguró a la Policía que había enterrado los cuerpos en la Dehesa de la Villa, en Madrid.

La Policía llegó a buscar sin éxito en esa zona. Para entonces los agentes ya habían activado una segunda línea de investigación que les llevaba a Zamora, el lugar en el que el arrestado dijo que estuvo aquel 30 de junio. Finalmente, fue San Vicente de la Cabeza donde se hallaron los restos mortales de las dos víctimas en el interior de un pozo.


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