• martes, 16 de abril de 2024
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SOCIEDAD

Un estudio evolutivo da con la razón por la que el hombre perdió el hueso del pene

La evolución de la especie humana hacia las relaciones monógamas influyó sustancialmente en la pérdida de este hueso que otros primates sí han mantenido.

Báculo o hueso del pene WIKICOMMONS
Báculo o hueso del pene. WIKICOMMONS

Los hombres, o al menos sus ancestros, llegaron a tener un hueso en el pene que se fue perdiendo entre los diversos pasos evolutivos de la especie humana. Es lo que se desprende de un estudio que acaba de hacer público un equipo de investigadores del University College de Londres.

Hoy en día, la mayoría de los machos mamíferos posee un hueso en el pene llamado báculo y que se describe como "el más diverso de todos los huesos", ya que varía mucho en longitud, anchura y forma entre las especies. De hecho, nuestros parientes más cercanos, los chimpancés y los bonobos, con quienes compartimos un altísimo porcentaje del genoma, también han mantenido el báculo. Este hueso les permite la penetración en ausencia de erección.

Sin embargo, los varones humanos carecen de esa característica. El equipo de investigadores ha analizado la historia evolutiva de los báculos y ha llegado a la conclusión de que se desarrolló por primera vez hace entre 145 millones y 95 millones de años. Así lo ha publicado la revista Proceedings of the Royal Society B.

Entre las principales conclusiones se apunta a que el báculo estaba presente en el ancestro común más reciente de todos los primates y carnívoros. Para los autores del estudio, las diferentes prácticas en las artes amatorias suponen la explicación para que algunos de los descendientes de los primates primigénitos perdieran el citado hueso.

LA MONOGAMIA, MOTIVO DE LA DESAPARICIÓN DEL BÁCULO

En los primates, la presencia del hueso del pene está relacionada con una mayor duración de la penetración y del tiempo que el pene pasa dentro de la vagina durante el coito. Estas penetraciones más prolongadas a menudo se producen en las especies con prácticas de apareamiento polígamas, donde varios machos se aparean con múltiples hembras, como ocurre en los bonobos y los chimpancés, pero no en los seres humanos.

Las prácticas sexuales con muchos protagonistas involucrados crean una gran competencia para la fertilización; la manera que tienen los machos de reducir el acceso a una hembra a compañeros adicionales es tenerla ocupada. En definitiva, se trata de pasar más tiempo manteniendo relaciones sexuales con ella y asegurarse la transmisión del propio material genético. En este sentido, el hueso del pene facilita el apoyo del miembro durante el acto sexual y mantener abierta la uretra, lo que permite el paso del semen.

Tras la separación en el linaje entre chimpancés y humanos y el cambio de la especie humana hacia la monogamia, la necesidad de mantener el báculo fue desapareciendo. "Ésta pudo ser la razón del último clavo en el ataúd del báculo ya disminuido que se perdió en los seres humanos ancestrales", señala el coautor del estudio, el antropólogo Kit Opie.


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Un estudio evolutivo da con la razón por la que el hombre perdió el hueso del pene