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SAN FERMÍN

Las caras conocidas en el Monumento al Encierro de Pamplona que nunca vieron la luz

La obra del escultor Rafael Huerta data de 1994, pero la ampliación posterior que ahora conocemos no se colocó en Pamplona hasta el año 2007. 

La cara del escultor Rafael Huerta es uno de los corredores del Monumento al encierro de Pamplona., cuyo autor es el propio artista.
La cara del escultor Rafael Huerta es uno de los corredores del Monumento al encierro de Pamplona., cuyo autor es el propio artista.

El Monumento al Encierro de Pamplona es una gran escultura de bronce colocada en en el centro de la ciudad, entre las avenidas de Carlos III y Roncesvalles, y es obra del escultor vasco afincando en Navarra Rafael Huerta Celaya. 

El Monumento al Encierro de San Fermín es una de las grandes obras escultóricas de la ciudad y que atrae a los turistas para tomarse fotos con una obra de gran realismo y que fue encargada por el Ayuntamiento de Pamplona y la antigua Caja Navarra, motivo por el que se colocó junto al edificio de la extinta caja, ahora Caixabank. 

La historia del Monumento al encierro comenzó en 1994, cuando se inauguró una primera obra que constaba de sólo dos corredores y un toro. La obra de Rafael Huerta, en un primer momento, se encontraba justo al lado contrario de la actual, también en la avenida de Roncesvalles pero más cerca de la plaza de toros. Aquella primera escultura del Monumento al Encierro costó 10 millones de las antiguas pesetas, unos 60.000 euros actuales. 

Sin embargo, casi una década después, el consistorio pamplonés y Caja Navarra encargaron al escultor que ampliara su obra del Monumento al Encierro para representar un encierro casi al completo, con seis toros, diez corredores y tres cabestros que se unieron a la obra inicial para formar una larga carrera de más de 10 toneladas de bronce. El presupuesto ascendió a cerca de 600.000 euros. 

El 8 de febrero de 2007, después de un viaje de dos días, llegó a Pamplona la escultura desde una fundición de Eibar en un gran tráiler para ser colocada en su espacio natural, aunque no fue hasta más de un mes después cuando se le retiró el embalaje al completo y se inauguró con la base de adoquines en forma de calle del encierro como soporte. 

«La escultura debía de ser una instantánea del encierro y expresar acción, una estampida», declaró Rafael Huerta aquella jornada lluviosa de febrero, cuando decenas de pamploneses se arremolinaron para conocer por primera vez el Monumento al Encierro de Pamplona de primera mano. 

Pero como todo en Pamplona relacionado con los Sanfermines la obra no estuvo exenta de polémica. El autor quiso inspirarse en corredores del encierro para los rostros de los corredores. Dos de ellos eran Julen Madina, conocido corredor desde los años 70 en Pamplona y fallecido en agosto de 2016 en un accidente en la plaza de la Zurriola de San Sebastián; mientras que otro representaba al concejal de Cultura del consistorio, Ignacio Pérez Cabañas (CDN). 

La presión social y política obligó al escultor a retirar las dos caras conocidas del Monumento al Encierro. "Fue un momento muy duro, aunque es algo aceptado y superado", explicó el escultor ya en Pamplona con la obra terminada. Por su parte, el concejal Pérez Cabañas señaló que le hubiera gustado estar en la escultura como a cualquier otro pamplonés, "pero es algo que no podía ser", razonó el edil, entonces en Convergencia de Demócratas de Navarra.

En 2012, varios años después de aquel episodio, Rafael Huerta quedó con Julen Madina para entregarle como recuerdo la cabeza del corredor que representaba al conocido mozo del encierro y que en un principio figuraba en la obra principal, tal y como se puede ver en la fotografía. 

Rafael Huerta reconoció que todas las cabezas de los corredores de la gran obra están basadas en personas reales, aunque la mayoría tuvieron posteriormente un papel anónimo y no trascendió su nombre, más allá de que eran corredores navarros. En cuanto a los toros, el escultor aseguró que tenían un aspecto del hierro de Victorino Martín, que justo en aquellos años habían debutado en la plaza de Pamplona. 

Para la historia quedará la imagen del propio Rafael Huerta reflejado en uno de los corredores del Monumento al Encierro. En concreto, el artista es el corredor que a la izquierda de la manada cae al suelo mientras mira hacia un costado como llega el grupo de toros y mozos, con su característica barba. 

«No quería ser protagonista, pero me dio la corazonada de ponerme, como han hecho otros autores en sus obras», señaló Huerta el día de la inauguración. Cualquier persona que pase por el monumento podrá ver la cara del escultor y artista, ahora de 95 años de edad como uno de los corredores del Monumento al Encierro. 


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