• jueves, 28 de marzo de 2024
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BALANCE DE LEGISLATURA

El culebrón judicial más ridículo de Asirón por el lugar donde colocar las banderas y la foto del rey

Múltiples sentencias y burlas del regidor abertzale a la Justicia hicieron que los símbolos oficiales cambiaran de lugar varias veces durante la legislatura.

Asirón, en la imagen izquierda. El cuadro del Rey y la bandera de España, en la parte trasera del salón municipal, donde el alcalde los ha colocado.
Asirón, en la imagen izquierda. El cuadro del Rey y la bandera de España, en la parte trasera del salón municipal, donde el alcalde los ha colocado.

En una nueva muestra de burla a las leyes, Bildu protagonizó otro escándalo dentro del salón de plenos del Ayuntamiento de Pamplona, al retirar tanto las banderas oficiales de Pamplona, Navarra, España y Europa, como el retrato del rey Felipe VI. Como en otras controversias, el alcalde, Joseba Asirón, lo hizo sustentado por el apoyo de las otras formaciones del cuatripartito, Geroa Bai, Podemos e I-E.

Y también como en otras ocasiones, la justicia lo condenó a dar marcha atrás en sus pasos sectarios. En este caso, fue el Juzgado Contencioso Administrativo número 1 de Pamplona el que requirió a Asirón que colocara "en un lugar preferente y de honor" el retrato y las correspondientes banderas.

Fue en septiembre del año 2015 cuando el regidor de la izquierda abertzale, pocos meses después de llegar al poder, desplazó los símbolos a un rincón, lejos del lugar preferente junto al sillón del alcalde. Una decisión que motivó un recurso interpuesto por la Abogacía del Estado, ya que la nueva ubicación era contraria a lo que exige la ley.

En ese mes del 2015, las banderas oficiales, ubicadas hasta entonces a la izquierda de la presidencia del pleno, se colocaron frente a la presidencia de la sala, una zona a la que también se trasladó el retrato del rey, antes ubicado frente a la puerta por la que se accede al salón. A su vez, se quitó un crucifijo de marfil, y el salón se decoró con los paños y banderolas que portaban los timbales y clarines, que datan del siglo XVIII.

Las excusas que esgrimió Bildu para modificar la decoración fueron que la zona detrás de la presidencia del salón de plenos no permitía la colocación del retrato y que resultaba "muy angosto" para emplazar allí las banderas oficiales. Con tal de no reconocer su sectarismo, llegó a decir incluso ante el juez que las costumbres decorativas anteriores no debían "vincular a un equipo de gobierno posterior".

El juez, no obstante, le recordó que debía cumplir la ley y colocar el retrato y las banderas en un lugar preferente en el interior del edificio, recordándole que "la preferencia implica una nota de primacía y preponderancia". Además, le indicó que si las banderas no habían molestado por espacio en años anteriores, tampoco tenían por qué molestar en ese momento.

LUGARES PREFERENTES DEL AYUNTAMIENTO

Pero Bildu negó la mayor y anunció que recurriría la sentencia, ya que consideraba que su actuación fue "conforme a derecho" y que no compartía "el pronunciamiento del juzgado", en cuanto que no determinaba cuáles eran los lugares preferentes del consistorio y cuáles no, lo que producía, según alegó, "inseguridad jurídica". Un esperpento de tamaño ingente.

La sinrazón del alcalde Asirón continuó desbocada, ya que el Tribunal Superior de Justicia de Navarra (TSJN) volvió a propinar un revés judicial a Bildu, confirmando la sentencia anterior, y la respuesta del consistorio no fue otra que encargar un informe jurídico para evaluar la sentencia y poder continuar así con el pleito.

El informe, además de evaluar el fallo del TSJN, tenía que determinar las opciones que se ajustasen a la definición de "preferente", para así poder colocar las banderas y el retrato en un lugar que no contradijera a la ley. Mientras tanto, las arcas municipales costearon los 2.000 euros de las costas procesales. Un dinero público para pagar la obsesión antiespañola demostrada por el político abertzale y su equipo.

El pleriplo sectario de Asirón, de todos modos, aún no había tocado a su fin. Un mes y medio más tarde de recibir la sentencia, en mayo del 2017, el primer edil de Pamplona desveló cómo seguiría burlándose de la Justicia: mantuvo las banderas y el retrato en la misma pared del fondo de la sala, pero cambiándolas del lado izquierdo al derecho del salón de plenos, a espaldas del público que asiste a las reuniones.

INFORME DE LOS SERVICIOS JURÍDICOS

Esta nueva decisión se tomó, según argumentó el consistorio, siguiendo el informe de los servicios jurídicos, que fueron los que propusieron esa ubicación. Según su análisis, en ese lado izquierdo se les daba "más visibilidad". Su colocación allí obligó a sustituir la televisión que se encontraba en ese lugar.

Todavía aguardaban curvas en esta carrera hacia el ridículo más absoluto. En septiembre de ese mismo año, las banderas volvieron a mudarse de sitio, para ubicarse detrás del sillón de la concejala de Bildu Maider Beloki, aunque, curiosamente, la de España fue la que se quedó más atrás. Para terminar ese cambio de diseño, llegó una nueva triquiñuela de Asirón, que colocó un cuadro minúsculo de Felipe VI entre otros dos más grandes, que lo relegaban a una posición secundaria.

De nuevo, tiempo y dinero malgastado por el alcalde de Bildu, que, un mes después, recibió otro aviso de la Justicia. El Juzgado Contencioso Administrativo número 1 de Pamplona le dio un plazo de tres días para que repusiera el retrato original del rey de España en el salón de plenos. Asirón veía de esta forma cómo su maniobra para ridiculizar los símbolos oficiales moría en menos de un mes.

La imagen del rey que había colocado medía 34 x 22 centímetros, un tamaño similar al de un folio DIN A4. Según la jurisprudencia marcada en sentencias similares, la fotografía tenía que tener un tamaño suficiente para que pudiera ser apreciada presidiendo el salón de plenos por cualquier persona media. Pero el juez no aceptó que Asirón colocara a ambos lados del retrato del rey otros dos de gran tamaño para minimizar la presencia del cuadro de Felipe VI.

LA "SORPRESA" DE ASIRÓN

La respuesta del alcalde abertzale fue mostrar su "sorpresa, no sé si decir estupor", por el hecho de que existiera un juez que estuviera tan pendiente de la colocación de los cuadros en el Ayuntamiento de Pamplona, "teniendo en cuenta los grandísimos trabajos, quehaceres y obligaciones que tiene la labor de la Justicia". Esto es, Asirón seguía burándose del papel judicial mientras continuaba sin acatar una sentencia que había sido dictada en septiembre del 2016. Para más inri, el regidor declaró: "Cumpliremos la sentencia, como hemos venido haciendo hasta ahora".

El final del culebrón llegó con el alcalde no devolviendo a su lugar el retrato original del rey, sino conservando el más pequeño, pero retirando los dos grandes cuadros que se encontraban a cada uno de sus lados. "Somos un ayuntamiento absolutamente privilegiado, porque contamos con la judicatura velando por la buena decoración del consistorio", remarcó con sorna. Sin palabras.

Paralelamente a todo este proceso en el salón de plenos, la decoración del resto del edificio municipal también sufrió la imposición sectaria de Asirón, que retiró del zaguán y de parte de las escaleras los cuadros de los reyes de Navarra y un escudo borbónico. Estos retratos habían sido realizados por un pintor cascantino en el año 1797 y en ellos estaban todos los monarcas desde 1512. Desde 1953, habían estado de manera ininterrumpida en la casa consistorial de la capital navarra.

Asirón los retiró de ese lugar aprovechando unas obras en el edificio y sin informar de ello previamente a los concejales del Ayuntamiento, algunos de los cuales denunciaron en los medios de comunicación la actuación del regidor de Bildu.

EL VALOR SIMBÓLICO

Esto ocurría en septiembre del 2016. A finales del octubre siguiente, Asirón confesaba que la retirada de esos cuadros se había debido a que sus protagonistas eran reyes de España. "No asumo su valor simbólico. Fueron reyes que humillaron a la ciudad y se arrogaron la legitimidad de Navarra", expuso, en un nuevo intento por tratar de reescribir la historia a su gusto.

Un año después, los cuadros y el escudo borbónico seguían recogidos y las paredes donde habían estado colgados durante décadas continuaban vacías. La intención de Bildu era colocar en esos lugares carteles de San Fermín. Un anuncio que los abertzales habían realizado en febrero, pero del que todavía no se tenían noticias.

Tuvieron que pasar 13 meses para que la nueva decoración de las estancias fuera inaugurada con los carteles de fiestas, demostrando que la realidad institucional de Navarra, una comunidad foral y diferenciada dentro de España, no era asumida por el grupo municipal de Bildu.


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