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EUROVISIÓN 2018

'A Lisboa hemos de ir': pañuelicos y banderas navarras siguen con furor a Almaia por Eurovisión

Dos navarros relatan sus experiencias en la capital portuguesa junto a otros paisanos para ver a la joven Amaia Romero en el Altice Arena.

Varios navarros llenan el Eurovillage, el punto neurálgico y de encuentro para los seguidores del festival de Eurovisión en Lisboa. CRISTIAN BETELU
Varios navarros llenan el Eurovillage, el punto neurálgico y de encuentro para los seguidores del festival de Eurovisión en Lisboa. CRISTIAN BETELU

No son las doce ni es la Plaza del Ayuntamiento de Pamplona, pero en Lisboa los pañuelicos rojos y las banderas de Navarra se han puesto de moda en esta edición del festival de Eurovisión.

La ‘culpa’ la tiene una joven vecina de Mendillorri, Amaia Romero, que con su talento y naturalidad ha hecho que este certamen respire más 'aire foral' que nunca.

Decenas de navarros han hecho las maletas para vivir la experiencia eurovisiva junto a su paisana a la que, por supuesto, adoran y veneran.

Y entre todo el sentimiento foral, dos de ellos. Son Álex Arizmendi, un joven de 33 años y natural de Larraga, y Álvaro Sánchez-Arévalo, vecino de Ansoáin con 34 primaveras a sus espaldas y cinco festivales eurovisivos en su mochila.

La primera vez que pisó un festival fue en Malmö (2013) y, desde entonces, su bagaje en este certamen no ha hecho más que aumentar, con la excepción de Ucrania.

“Por seguridad no quise ir, pero cada año esperamos con ilusión el siguiente”, ha señalado este navarro que no ha dudado en lucir por las calles de Lisboa un pañuelico rojo como seña de identidad y, por supuesto, toque distintivo.

“Este año está siendo doblemente especial porque se está celebrando en Portugal y está Amaia”, señala con tanto orgullo en su cara como si del padre de la joven pamplonesa se tratara.

“Somos muy navarros y es un placer ver a una persona de la tierra pisando el escenario del Altice Arena. He venido muchos años, pero como esté, ninguno”, reconoce el joven de Ansoáin.

Lo mismo le ocurre a Álex Arizmendi, quien asegura que a pesar de ver a Amaia físicamente agotada, confía en que la joven, junto a Alfred, hagan un papel estupendo. Otra cosa es la posición, pero eso ya no depende de ninguno de ellos.

“El festival es muy cañero. Si yo como eurofan termino cansado, ellos tienen mucho actos y es agotador”, puntualiza el navarro de Larraga envuelto en una bandera de la Comunidad foral.

(Varias banderas de la Comunidad foral se exhiben por las calles de Lisboa con motivo de la presencia de Amaia Romero. CRISTIAN BETELU)

Y no es para menos. Si Navarra por algo es conocida es por sus fiestas y por el ambiente que se vive en cada una de ellas. Una atmósfera que esta semana previa a la final de Eurovisión se ha trasladado hasta aquí, Lisboa.

Sobre la puesta en escena, estos navarros lo tienen claro: “Nuestros representantes están vocalmente bien dentro de lo que la delegación española ha trabajado”.

Una propuesta que gusta y disgusta a partes iguales, pero que no ha sido muy bien acogida por el resto de Europa y que ha situado a España en las casas de apuestas en una posición 19.

“Ellos harán un papel digno”, confía Álex Arizmendi. Unas palabras que también suscribe uno de sus veinte compañeros de grupo, todos ellos de OGAE España, asociación que agrupa a los seguidores españoles del festival.

“Amaia para nosotros lo es todo. Es la navarra del momento y, obviamente queremos que quede bien, pero si queda la última, la vamos a querer igual”, reconocen.

A pesar de las horas de ensayos y múltiples eventos que se organizan en el festival, estos navarros no dejan a un lado la posibilidad de hacer turismo y conocer otra ciudad de Europa. “Generalmente, por la mañana visitamos lugares turísticos y, por la tarde, nos centramos en los ensayos”.

Un agenda ‘non-stop’ que no descansa ni por la noches. Cuando el sol y la mágica luz de Portugal se apaga, se encienden los láseres de discotecas. “Da tiempo a hacer de todo, pero no duermes casi nada”, añade el joven de Ansoáin.

El ‘camino’ hasta Lisboa no se hace en un día. De hecho, estos dos jóvenes navarros aseguran que reservaron su hotel un día antes de que el portugués, Salvador Sobral, se hiciera con el triunfo en el pasado festival.

Es la manera de abaratar coste de un festival que cada año atrae a unas 40.000 personas y que eleva los precios de los servicios turísticos de las ciudades por las que pasa.

“Hacemos grupos para reservar cada uno una semana diferente en la ciudad que creemos que se va a celebrar. En verano, cuando ya se conoce la fecha y la sede oficial, confirmamos la reserva y el vuelo lo cogemos en enero”, añaden.

Un calendario que se repite año tras año y cuyo precio oscila entre los 1.000 euros de esta edición a los 1.700 euros de lugares como Suecia por una semana completa (gastos personales no incluidos).

“De hecho, ya estamos mirado precios de los alojamiento en Chipre”, relatan entre risas este grupo de seguidores.

Durante aproximadamente una semana, Eurovisión copa las miradas de gran parte de Europa y en este caso Navarra brilla con fuerza en la vecina Portugal.

CUMPLIR CON LA TRADICIÓN, EL EUROVILLAGE

Desde el pasado domingo, esta veintena de personas pisan suelo portugués. “Lo primero que hacemos es venir al Eurovillage -lugar de encuentro de los seguidores- porque se ha convertido en una tradición”, señalan.

(Escenario instalado en el recinto vallado del Eurovillage en Lisboa. CRISTIAN BETELU)

Un espacio que este año incorpora algunas novedades que no se habían visto en ediciones anteriores. Por ejemplo, relatan estos jóvenes, nunca el recinto había estado vallado y con tanta seguridad.

Pero la situación de ‘amenaza’ en la que se encuentra Europa obliga a velar por el bienestar de todas las personas que se desplacen hasta aquí por mucho que el ambiente en su interior sea inmejorable. Más vale prevenir que curar, dice la sabiduría popular.

Otro de los aspectos que más ha defraudado a los seguidores es la ausencia de conciertos de los representantes de los países en el escenario de la Plaza del Comercio, lugar en el que se ubica en esta edición portuguesa.

“Siempre habían venido a cantar para llevar sus canciones fuera de los pabellones en los que se celebra Eurovisión”, destaca Sánchez – Arévalo.

“Cada festival tiene lo suyo. Por ejemplo, en Suecia fue un estilo más puro y festivalero, mientras que en Austria la organización decidió que fuera algo más ‘casual’”, añaden.

En esta edición, el festival, según los seguidores navarros con ‘máster’ en este tipo de eventos creen que refleja a la perfección el estilo de Portugal: “Es algo más caótico”.


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